26|Confusión

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— ¿Estás seguro? — le pregunté a Slash.

— Pues... sí — dijo dudando.

—¿Qué sucede? —

— Nada — dijo normal.

— Hmmm... si tú lo dices — respondí no muy convencida.

Lo conozco.... y ya sé que pasa, pero voy a fingir demencia.

Tocó la puerta y después de unos segundos abrió. Nos miró.

— Hola Slash... y hola....—

— Breana — dije. 

— ¿La novia de Duff? — preguntó.

— Si —

— Me han contado maravillas de ti — dijo la chica pelirroja.

— Genial — dije.

— Y... ¿qué necesitan? —

Slash no hablaba.

— Verás.... Izzy consiguió alguna chica en el bar y se fue a la habitación de Rulos — expliqué.

— Oh.. ¿quieres dormir aquí? — preguntó dirigiéndose a Slash.

— Sí — contestó algo frío.

— Okey, pasa pasa, no hay problema —

Él se metió. 

— Bueno... buenas noches — dije.

— Adiós — dijo.

Fácilmente pudo haber compartido habitación con McKagan y yo.

¡Santo Cielo! Yo conozco  esa chica, es la mejor amiga de Valentina...

Fui a la habitación y Duff ya estaba acostado en la cama.

Me tiré a ésta. Estaba cansada.

Se levantó y apagó la luz que estaba en la mesita de noche. Se acostó a mi lado.  Luego se colocó debajo de las sábanas

— De nada — me besó.

Nos quedamos en silencio mientras él me abrazaba por la cintura.
Jugó con mi cabello un poco y así estuvo hasta que repentinamente cada uno se quedó dormido.

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Si hay algo más que odio que los domingos, es el dolor de cabeza. Maldita migraña. No sé ni qué hora era, ni en qué planeta habitaba.
                             
Posteriormente bajamos a comer algo y ahí encontramos a Slash.

— Hey, chicos — dijo.

— Hola — saludé.

Nos sentamos con él. Era un sitio grande, de hecho.

— Y bien.... ¿Te gusta la chica? — cuestioné sin perder tiempo.

— ¿Te gusta la amiga de Izzy? — preguntó Duff luego de oír mi pregunta.

— No — dijo. — De hecho, no me agradó, por eso me fui temprano de la habitación y eché a Izzy y a su chica de la mía — comentó.

Ay ajá.

— ¿Por qué? — pregunté.
— Se ve que es cool —

Y sí, ella es buena, nunca me ha tratado mal a pesar de que algunas veces  probablemente yo lo hice, no tengo memoria.

— No sé... tiene algo — dijo.

El desayuno, que ya era comida, transcurrió con normalidad.

𝙰𝚖𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝚝𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚘𝚍𝚔𝚊 | 𝙳𝚞𝚏𝚏  𝙼𝚌𝚔𝚊𝚐𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora