21|Lluvia

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Encontré una banca frente al lago en el parque y me senté. Estaba demasiado cansada y la lluvia no ayudaba.

La lluvia caía con más fuerza, al igual que todas mis ganas de seguir, al suelo.

No me cansaré de preguntar ¿Cómo acabé así?

Todo lo que una vez hice por cambiar sirvió sólo un poco, porque sí cambié pero para mal.

Intenté ser buena con los que alguna vez no lo fui, intenté ser amable, tampoco sirvió para mucho; intenté ser agradable, intenté ser yo misma y me sentí bien, pero a todos los demás no les favoreció. Que se jodan.

Probablemente esté exagerando pero no puedo seguir así, debe acabarse de un modo, ¿no? Debe llegar alguien a salvarme.

Oí ruidos pero yo tontamente  le resté importancia. Podía ser un asaltante y yo lo ignoré jajaja, se nota mi aprecio por mi vida.

Me levanté y miré el cielo.

Observaba mis manos arañadas y mis nudillos rojos y raspados por la pelea de hace un rato, me dolía la cara y las costillas, esa chica sí sabe arañar.

Me contuve un tiempo, pero no pude más. Lloré, y mucho. Quería aventar todo al lago del frente y salir corriendo, pero recordé qué ahí tenía ese polvo café que no era chocolate precisamente y se me pasaron las ganas jaja.
Saqué la cuchara y traté de cubrir el encendedor. Como pude, me hice un torniquete en el brazo y bla bla bla, no los voy a entretener. Esto estaba mal, terriblemente mal, no hacía más que demostrar mi mediocridad como persona.

— ¿Qué demonios piensas hacer? — indagó una voz a mis espaldas, una voz que conozco, una voz que amo. Me erizó la piel, era la voz de un idiota
— Dime que no ibas a inyectarte eso, es peligroso— comentó.

No volteé a verlo por temor, no sé por qué. ¿Y si era producto de mi mente? De todas maneras quería gritarle que era un idiota, pero las palabras no salían.

— ¡Breana! — exclamó.

— ¿Qué quieres? ¿No te bastó con cortarme por mensaje? — reclamé casi en un murmuro con cierto toque indiferente a la vez que me reía.

— Te juro que yo no hice eso — oí sus pasos acercarse.

No respondí.

— Si yo hubiera hecho, no estaría aquí. Fue toda una turbia confusión — levanté la cabeza. Estaba detrás mío.

— ¿Qué te pasó en la cara? — preguntó. 

— Una pelea — respondí.

No sé si lo del mensaje era cierto, no estaba segura de nada, estaba demasiado confundida e... ¿ida?

— Breana, yo no hice eso. Yo perdí mi celular antes de que esos mensajes se enviaran —

Confía en él Breana.
¡Confía de una maldita vez!

Me dí la vuelta y quedé frente a él, cabe aclarar que ya estaba de pie.

Jaja, todo mi drama para que acabara así.

Aún estaba llorando. Era raro hablar con alguien conocido.

— Confía en mí, por favor — pidió. — Tú muy bien sabes que yo no hice eso. Sería incapaz de jugar contigo, no te lo merecerías —

Solté un pesado suspiro.

Lo abracé muy fuerte, era lo que necesitaba. Correspondió a mi abrazo con más fuerza.

Sus brazos era como estar en casa de nuevo, bueno... en mi casa no, pero era un brazo muy hogareño que devolvió algo de paz a mi interior.

— Necesitaba esto —

— Lo sé — dijo. — Perdóname por todo lo que te hice sufrir — comentó. Él también estaba llorando, sus ojos verdes estaban inundados de lágrimas.

— Ahh, Duff Mckagan, tú llenaste mi vida de clichés — reclamé.

— ¿Lo dices por que somos parte de un reencuentro amoroso la lluvia? — preguntó.

— Y por infinidad de cosas más, Mckagan — mencioné.

Me dió un beso largo en la frente.
— Vámonos, te vas a enfermar — dejamos de abrazarnos y tomó mi mano para luego ayudarme con mis cosas.

— Tengo las llaves del auto— dije.

— Genial y... ¿dónde está? —

— A dos cuadras de aquí — contesté.

— Cielos —

La lluvia se calmó sólo un poco. Empezamos con la caminata.

— ¿Cómo perdiste tu empleo? — preguntó

— Bueno.... básicamente me iban a despedir pero renuncié antes — reí.

Él era como llegar a casa después de un mal día laboral, era el chico con el que no podías estar de mal humor a gusto porque siempre terminabas entusiasmada oyendo sus raras anécdotas o riendo con sus pésimos chistes.

— Derrotaste al sistema — comentó.

Sonreí.

— Hmm supongo que los chicos ya te dijeron que tendremos que ir a Londres unos días, ¿no? —

— Oh.... sí. Me alegro demasiado por tantas oportunidades que han tenido — comenté.

— Hmm, el punto es que cuando venía para acá se me ocurrió algo —

— Okey...—

— Llevarte conmigo —

— ¿Qué? — cuestioné.

— Ven con nosotros — dijo.

— No sé....—

— Breana....—

— No sé si es una buena idea...— dudé. — No tengo dinero, Duff — aclaré de una vez.

— Ay Breana, ese no va a ser problema. Yo lo pago todo, tú no te preocupes — respondió — O robamos un banco si quieres —

— Jajajaj, está bien — comenté.

— ¡Gracias! De verdad, gracias — besó mi mejilla repetidas veces.

Llegamos al auto y él iba a conducir, dejamos las cosas en el asiento de atrás.

— ¿Qué hay aquí? — señaló una de las cajas.

— Tu ropa que se quedó en mi casa —

— ¿Cómo se quedó en tu apartamento, si no hemos... hecho... nada? —

— Pues.... te has quedado solamente a dormir —

— Ah.... cierto — comentó.

No viene a al caso, pero es el hombre más empalagoso que conozco y me encanta.


                              ♤♤♤

Holaaa

Debo confesar que odié que las cosas se arreglaran así como así. Pero en capítulos futuros esto va a mejorar (plot twist: no se arregla JAJA 😎)

Cringe 🥰

𝙰𝚖𝚘𝚛 𝚎𝚗 𝚝𝚒𝚎𝚖𝚙𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚘𝚍𝚔𝚊 | 𝙳𝚞𝚏𝚏  𝙼𝚌𝚔𝚊𝚐𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora