38. La Fuente

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Abrí mis ojos con lentitud acostumbrándome a la cantidad de luz que entraba por las ventanas, sentí una respiración tenue y calmada en mi cuello y sonreí recordando cada momento de la noche anterior, su gran brazo ahora descansaba en mi cintura mientras todo su cuerpo se aferraba más al mío en posición de cucharita, me removí un poco esta vez quedando frente a él observando mientras dormía

- no creo que sea sano que veas a las personas dormir- pronunció perezosamente aun con los ojos cerrados

yo solo sonreí y comencé a pasar mi dedo índice por su rostro, delineando sus cejas delicadamente con lentitud la baje hasta su nariz y luego lo pose en sus labios acariciándolo un par de veces, vi como sus negras y largas pestañas comenzaron a moverse y sonrió con la boca cerrada, poco a poco abrió sus ojos, tan oscuros como los recordaba y con aquella luz que me había hecho tanta falta

- ¿qué haces? - preguntó observando y rozando su nariz con la mía

-solo recuerdo la noche anterior- sonrió sus despegar su mirada

-creo que era algo que necesitábamos, ambos- asentí y el poso sus pulgares en mi mejilla acariciando esa parte- siempre quise despertar a tu lado y ver tus ojos al amanecer, creo que son las más preciosas esmeraldas que e visto en mi vida

intente ocultar mi rostro con vergüenza pero él me lo impidió, y siguió manteniendo su mirada así un par de minutos, la noche anterior había sido reconfortante, luego de que se me paso la borrachera, comimos y hablamos de todo, de cómo debieron suceder las cosas y como queríamos que fuesen ahora, después de todo nos habíamos reconciliado, era algo sumamente importante para ambos, pero al mismo tiempo peligroso, darnos una segunda oportunidad como amigos implicaba muchísimas cosas, como mi estabilidad emocional luego de lo que pasó años atrás, y también el cómo lo tomarían mis hermanos, creo que después de todo siempre esa sería la consecuencia más grande, mi vida a pesar de ser mía siempre nos implicaba a ellos y yo, pero me gustaba desafiarlos y creer en mí misma, la noche había sido completamente mágica, solo él y yo conspirando con el mundo, decidimos olvidar el beso de la fiesta puesto que fue algo del momento, como un recordatorio de lo que realmente debíamos ser ahora mismo, ninguno estaba listo para una relación y era mejor mantenerlo así, todo pasó tan rápido que no recordaba ni el momento en que había quedado dormida

Thomas seguía observandome como quien no quisiera olvidar ese momento, le sonreí, me encontraba en paz, finalmente una parte del mundo dejó de estar en contra de mi, esta segunda oportunidad sería para ser más cercanos, podíamos ser amigos, disfrutar de la compañía mutua uno del otro, conocernos mucho más y tal vez, solo tal vez me volvería arriesgar a cantar en público, solo porque ese mousntro que me perseguía constantemente había dejado de hacerlo

(...)

Llegué a casa y cerré la puerta a mis espaldas intentando disimular mi rostro feliz, todos debían creer que había pasado la noche en casa de Daniel, caminé con seguridad hasta las escaleras, pero una voz que venía de la cocina llamó mi atención

Caminé hasta llegar al umbral de la puerta y vi como todos estaban reunidos en la mesa, hasta Lena, incluso Marcó, sin embargo, esa no era la voz que yo había escuchado, la puerta del refrigerador se cerró y vía Greg colocar un vaso con agua en la mesa, ninguno había notado mi presencia hasta que él me vio y volvió a hablar

- ¡ahí está la princesa de la casa! - hablo rápidamente y se inmutó para abrazarme, cosa que evite

- ahórrate tus palabras Greg, ¿a qué has venido? - me crucé de brazos frente a él, su mirada estaba confundida y yo con la cabeza hacia arriba ya que era mucho más alto que yo intente mantener la mirada

Ellos Y Yo [#1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora