❌ HISTORIA CON POSIBLE CONTENIDO SENSIBLE PARA MENORES DE EDAD, NO LEER SI ERES -15 ❌
Elsa huye de una relación completamente insana, donde recibía golpes e insultos. Y encuentra un trabajo, uno bien pagado y tan escondido, que su ex novio jamás la...
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-Tengo que cantarte, ah... No lo sé, digo, me la vivo cantando pero no sabría cuál de todas las canciones que me sé te gustarían -explicó, leyendo la hoja con las reglas.
El muñeco se encontraba sentado, alado del piano.
-Bueno, cantaré una y si no te gusta, me lo haces saber para cantar otra, ¿va? -dijo, poniéndole aceite a los muebles de madera-. Donde el viento del norte se encuentra con el mar. Hay un río lleno de memoria. Duerme, mi amor, sano y salvo, porque en este río todo se encuentra. En sus aguas, profundas y verdaderas, muestra las respuestas y un camino, para que te sumerjas profundamente en su sonido. Pero no demasiado lejos o te ahogarás. Sí, ella cantará a quienes escuchen. Y en su canción, toda la magia fluye. ¿Pero puedes desafiar lo que más temes? ¿Puedes enfrentar lo que el río sabe? Donde el viento del norte se encuentra con el mar. Hay una madre llena de memorias. Ven, mi amor, con destino a casa. Cuando todo está perdido, entonces todo se encuentra.
Terminó, con algunas lágrimas asomándose en sus orbes azules. Esa canción le recordaba tanto a su madre y a su hermana.
Tocaron la puerta con fiereza, esto la sacó de sus cavilaciones, cargó al muñeco y bajó a la planta baja.
-Vamos a ver quién es -susurró la muchacha, colocando a Hipo en forma de que el rostro de porcelana quedara mirando a sus espaldas.
Introdujeron la llave al cerrojo y la abrió.
-¡Tadashi! ¿Qué haces aquí? Aún no es sábado -le dio espacio para poder entrar-. ¿O sí?
-No, me quedé preocupado con lo que me dijiste ayer, y no contestabas las llamadas -la cerró de vuelta.
-Lo siento, yo me enfoqué en él.
-¿Cómo que el muñeco está vivo? -le quitó a Hipo, lo dejó en la silla más cercana a ellos, y empezó a verificar la salud de Elsa viendo sus ojos y tomando la temperatura de su frente.
-Así como lo oyes, él vive en el muñeco.
-¿Has tomado algún medicamento no recetado? -ella negó-. ¿Has comido hongos del jardín? Aquí se desarrollan mucho las alucinógenas.
-Que no -le dio un manotazo, librándose así del chequeo-. No estoy loca o drogada si es lo que piensas -gruñó, agarrando a Hipo-. Y voy a demostrártelo -lo tomó del brazo y caminaron escaleras arriba.
-¿Qué? ¿Cómo piensas hacer esto? -no opuso resistencia al agarre, pero aún así le parecía loco.
-Ya lo verás.
Se dirigieron a la habitación de juegos.
-Hipo, cariño, necesito que hagas algo por mí, ¿sí? -lo sentó con cuidado en el suelo, de forma que no se cayera de lado por el peso de la cabeza-. Necesito en serio que le enseñes a Tadashi que tú eres real, y que no estoy loca, ¿sí?
-Elsa, por f-lo interrumpió, posando una mano en el aire.
-Tocaré tres veces la pared antes de entrar, ¿okay? Para ese entonces ya te tendrás que haber movido de aquí -se puso de pie y caminó de regreso a la puerta. Jaló al muchacho consigo.
-Aquí vamos, Hipo -Elsa habló en alto-. Uno... -golpeó la pared-. Dos... -repitió el acto-. Tres... -dio el último golpe, y presurosa fue a abrir la puerta. No había cambio-. Ay, cielo -se arrodilló ante el juguete.
-Ven, vamos a descansar un rato que es lo que te hace falta -tomó a la rubia del brazo, e hizo un gesto con su boca, en señal de que se levantara por sí sola o él mismo la cargaría.
-Una vez más. Si no pasa nada, renunciaré a éste trabajo e iré a tomar terapia con un psiquiatra o algo así -sentenció ella, acariciando la porcelana del muñeco. Se levantó del suelo, y salió de la habitación con Tadashi pisándole los talones.
Elsa tomó aire, y la retuvo mientras tocaba tres veces.
Giró la perilla, y soltó el aire en un grito de sorpresa mezclada con alegría.
Hipo ya no estaba en el suelo.
-¡No está! -exclamó ella.
-¿Qué? -el joven asiático entró a la habitación, anonadado por la situación.
-¡No está, Tadashi! ¡No está! -se echó a los brazos del muchacho, éste la atrapó dando saltos de la emoción.
Carcajadas y miradas de complicidad se podían detectar en el ambiente.
-Hey, aquí estás -susurró la ojiazul, cuando observó que estaba sentado en la esquina del cuarto.
-¡Es una locura! ¡Una completa locura! -el chico se jaló del cabello.
-Es por eso que los Haddock sentían y trataban con amor al muñeco, su hijo seguía con ellos y lo sabían -murmuró, agarrando con cuidado al niño.
-¿Y qué vamos a hacer ahora que nosotros lo sabemos?
-Nada. Seguir cuidando de él.
[...]
-Dios bendiga a papi, Dios bendiga a mami, Dios bendiga a Tadashi y Dios bendiga a Hipo. Dulces sueños, pequeño -al terminar, le dejó un beso en la frente.
Acobijó al niño hasta que la sábana cubriera su boca.
-¿Listo? -preguntó el joven, ella asintió.
Se quedó quieta en su lugar, con la mirada perdida y los ojos tristes.
-Hey. ¿Qué tienes? -ladeó su cabeza, confuso.
Elsa se mantuvo callada. Se sentó en la cama, y se hizo bolita.
-¿Quieres contarme qué pasa? -se sentó alado de ella.
-Hoy le canté una canción a Hipo, que mi mama nos la cantaba a mí y a Anna a la hora de dormir. Y no sé, me sentí triste. Me siento triste -aclaró.
-Ah... Estás melancólica. Eso se arregla fácil, llama a tu hermana y habla con ella. Te hará sentir mejor.
-Quiero verla. La extraño mucho. No estoy acostumbrada a estar lejos de ella por tanto tiempo. Pero aquí no hay WiFi y no puedo descuidar a Hipo -el corazón se le hizo chiquito a Tadashi cuando la vio con los ojos llorosos.
-Ven, ya es hora de dormir.
-No quiero -siseó, como niña pequeña.
-Bien -se levantó del colchón, caminó hasta quedar frente a ella, y le sonrió-. Si no te mueves tú, voy a tener que cargarte como bebé -advirtió, cruzándose de brazos.
-Inténtalo -retó ella.
Fue lo que necesitaba oír para hacerlo.
-¡Oye, no! -chilló, ya sintiendo su existencia en el aire.
-Usted lo quiso así.
Atravesaron el marco de la habitación de la rubia, y la dejó encima de la alcoba.
Sus rostros estaban a escasos centímetros de tocarse.
Lo tomó de las mejillas, aprisionando con sus labios la boca de Tadashi, y lo jaló hacia ella, quedando él arriba de su cuerpo.