Se levantó suavemente, sintiendo enormes punzadas en la nuca. La sangre seca en sus dedos la hizo recordar todo lo que había pasado la noche anterior.
Gimió del dolor en su espalda, seguro por la caída.
Aún tenía la toalla puesta, y no sentía nada en sus genitales, una buena señal de que no fue violada.
Se puso de pie con una lentitud impresionante. Las piernas le flaqueaban y le oprimía el pecho. Aún asustada.
Tomó el picaporte, y lo giró sin problema. Saliendo finalmente de esa pesadilla.
Inmediatamente caminó a su habitación, y la ropa que había desaparecido ayer estaba regada por el piso. La recogió toda y se vistió.Se sentía, de alguna forma, sucia. Aberrante. Le provocaba náuseas el pensar lo que pudo haber sucedido esa noche, lo desprotegida que estaba, lo cobarde y asustadiza que había sido. Odiaba que su valentía se echara para atrás cuando pensaba en él.
Te convirtió en una mujer insegura, y todo por tu culpa.
Remojó el algodón en la tapita que llenó de alcohol, y en pequeños toques se lo untó en los dedos.
—¡Hola! –gritó alguien a sus espaldas, ella no se inmutó–. Hoy fui de compras y de pura casualidad encontré la marca de maní que te gus... ¡¿Qué te pasó?! —dejó caer las bolsas al piso y corrió a la muchacha, que se limpiaba con la mirada perdida, hasta le tocó a la mesa ser "curada".
—Nada —susurró ella.
Está llena de moretones. Pensó él, y con sumo cuidado se hincó alado de su silla, no quería perturbar la tranquilidad inusual de la rubia.
—Elsa, mírame —pidió, la chica reaccionó lento.
—¿Mhm? —voltea su cabeza.
—¿Qué pasó? —apenas dirigió su mirada a Tadashi, se echó a sus brazos a llorar.
—¡Fue horrible! —sollozó estando en el cuello del joven.
—¿Qué cosa fue horrible? ¿Qué fue lo que te pasó? Luces débil, apagada y tus manos están muy maltratadas.
La puso sobre sus piernas, sentados en el suelo, cubriendo con su brazo la adolorida espalda de Elsa, y otorgándole suaves masajes.
—Salí de bañarme, para ir a comer contigo. Pero cuando quise vestirme, mi ropa había desaparecido. Toda mi maldita ropa. Ni los calcetines dejaron. De milagro conservé la toalla –gruñó, limpiándose los mocos–. En mi habitación no había nada. Y luego se escuchó que alguien abría una puerta, chequé y era la sala de juegos. Me asomé y para cuando decidí salir, me tiraron al suelo. Llegaste tú e intenté romper la ventana y había alguien ahí —chilló con más fuerza, escondiéndose en el cálido pecho del asiático.
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Eʅ Nιñσ I
Fiksi Penggemar❌ HISTORIA CON POSIBLE CONTENIDO SENSIBLE PARA MENORES DE EDAD, NO LEER SI ERES -15 ❌ Elsa huye de una relación completamente insana, donde recibía golpes e insultos. Y encuentra un trabajo, uno bien pagado y tan escondido, que su ex novio jamás la...