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-Buenas tardes, damas y caballeros, los días en Nueva Orleans varían por aquí, el clima ha estado extraño e incluso las personas también -respiró -¿no creen que el cambio es tétrico? Quiero decir, no me malinterpreten, ¡el cambio en ocasiones es bueno! Pero cuando es de forma brusca lo dudo -miró el reloj que había encima de aquel aparatijo llamado "radio" -se han encontrado varios cuerpos en el bosque del sur. Se cree que fue algún cazador que confundió a dichas víctimas con algún venado -meneó su cabeza. Se acomodó en su asiento. -En otras noticias, ¿vieron las marchas de las flappers? -rió -los hombres reaccionaron de forma burlesca y en desaprobación sobre aquellas marchas. Las flappers hablaban de igualdad y el maltrato a la mujer -se encogió de hombros. -¿Qué opinan ustedes? Estoy disponibles a llamadas -activó la entrada a llamadas y esperó. Puso una canción lenta de jazz con una sonrisa.

Un sonido intermitente cautivó la atención del mayor, que puso la llamada.

-Hola, soy todo oídos -se cruzó de piernas, cerrando los ojos.

-Hola, soy una tal "flapper" -habló con molestia. El castaño sonrió y se acomodó en su lugar. -Me parece muy cruel de tu parte que hables sin tomar en serio las marchas, ¡hay miles de mujeres que sufren día tras día detrás de sus--

-¿Cocinas? -habló con burla y un chasqueo de lengua se escuchó en la otra línea.

-¿Disculpa? Ni siquiera tomas en serio a tus enemigos -él rió.

-Si eres tanto mi enemigo: dime tu nombre para estar enterado de protegerme -burló nuevamente.

-Eres un cretino, Alastor -él sonrió gustoso.

-Yo también la quiero, por favor, protégase las espaldas... -sonrió malicioso -... Hay un asesino suelto -se apoyó en su mano -y apuesto que su marcha, no desea que usted muera -sonrió y desconectó la llamada. -Bien, como he dicho: por favor, cierren sus puertas y ventanas en la noche, ¡protejan a sus niños! -cerró sus ojos -sería una gran pérdida si alguien más muere -se acomodó -dicho esto: gracias por escuchar, pero tengo que irme -habló con falsa lástima -manténganse conectados... -apagó la emisión y suspiró cansado. Se paró y agarró su saco, colocándoselo.

...

-¿Señor Alastor? -pronunció su apellido la pequeña secretaria y sirvienta. -Ha llegado temprano, ¿acaso terminó la grabación antes? -el hombre miró a la pelirroja y se inclinó a ella.

-Eso es irrelevante, ¿Husk está aquí? -cuestionó caminando. -Debería estarlo, ya sabes qué es lo que le encargué -soltó una risa. La muchacha meneó sus caderas y le extendió una bandeja con una tetera y una taza donde había té. -Gracias, Niffty.

-De nada, señor Alastor y no, Husk no está aquí -lo pensó -aunque llamó esta mañana para avisar que vendría esta noche con eso.

-¡¿Esta noche?! -agrandó su sonrisa. -Oh, mi pequeña Niffty, no quiero debilitarte con el exhaustivo trabajo... -ella negó con la cabeza.

-No se preocupe, señor Alastor. Estoy para servirlo -hizo una reverencia y el mayor le acarició la cabeza.

-¡Bien, Niffty! Ve a preparar la cena, es algo tarde -ella asintió y fue a la cocina, moviendo sus caderas. -Iré a por Husk, lo conozco -suavizó su sonrisa y salió de la casa.

...

Entró al bar, encontrándose a mujeres semidesnudas bailando o incluso haciendo escenas sexuales con hombres. Él buscó con la mirada a un hombre más mayor que él, canoso y se fijó en la barra, aquel hombre que estaba bebiendo. Se acercó a paso lento y se sentó a su lado.

—¡Husk! Mi amigo, ¿otra vez tu esposa se cogió al vecino? —preguntó con cierta burla. El canoso soltó un ebrio gruñido, causando que el castaño afirmara su pensamiento. —Lo típico —le restó importancia y se acomodó. —Tenemos que ir a casa, mi amigo, ¿traes contigo lo que te pedí? —el ebrio hombre le extendió su bolso, él lo abrió, mirando aquella arma de fuego. —Siempre tan confiable, mi amigo —sonrió y le dio una palmada en la espalda. —Vamos —insistió y pasó un brazo por su hombro, guiándolo hacia la entrada.

...

Caminaron en silencio por la calle, aunque el silencio en ocasiones se cortaba por los balbuceos homosexuales del borracho que se meneaba de un lado a otro, e incluso se tropezaba.

—¿Alastor? ¿S-Sabes que te quiero mucho? —por quinta vez, le dio una palmada en el rostro al castaño, que agrandó su sonrisa, forzándola. Husk no sabía de su secretito, solo su sirvienta. Husk era su traficador de armas, sí, pero Alastor se excusaba diciendo que era para la casería.

—Oh, Husk, si no te quisiese, te estaría ahorcando ahora mismo —habló entre dientes y se detuvo de repente, escuchando algunos gritos. —¿Uh? ¿Oyes eso, Husk? —el ebrio se tambaleó y se inclinó, colocando una mano en su oreja, agudizando. —¡Son gritos! —exclamó y comenzó a caminar con rapidez, logrando que el ebrio se tropezara en más de una ocasión. Llegaron a un callejón, dejando ver a unos hombres intentando violar a una chica de pelo corto y rubio.

—Oh, falsa alarma —rodó los ojos y se preparó para seguir su camino.

—Husk, no vamos a ningún lado —lo dejó apoyado en la pared, escondido y se adentró al callejón, con aquel bolso. —¡Oigan, señores! —los hombres se giraron y miraron a Alastor. —Es de mala educación atormentar a una dama, ¿no creen? Por favor, lárgense —su semblante se volvió serio, pero no perdió esa sonrisa.

—Mejor lárgate si no quieres problemas —habló claro uno y volvió su mano a la ropa interior blanca de la joven. Su vestido estaba completamente destrozado en el suelo, al igual que varias de sus joyas.

—¡Oh, claro, claro! —sacó el arma y los apuntó, causando que la chica suelte un grito y un sollozo. —¿No he sido claro? Perdón por molestarlos pero... —dio otro paso, acercándose y le disparó al hombre que tocaba a la rubia. —... Lamentablemente tengo que hacerlo —el otro hombre tembló e intentó escapar, pero al chocar con Alastor que estaba en la entrada del callejón, no lo logró, en efecto: el conductor de radio le disparó en uno de sus ojos, matándolo. Cayó al suelo, junto al otro y guardó el arma en su bolsillo con disimulo. Miró a la joven y se le acercó, esta comenzó a suplicar por clemencia y cerró los ojos, esperando ser violada. —Por favor, señorita, levántese —pidió y le extendió su mano ensangrientada.

—¿Qué? —tembló.

—Que se levante —pidió nuevamente, irritado. La joven lo tomó de la mano con notable miedo. —¡Por dios, qué horrible! —miró el vestido destrozado. —Déjeme acompañarla a su casa, es muy peligroso —le intentó sonreír con amabilidad pero ella retrocedió. —Calma, calma. Imagínese que intenten matarla, ¡o peor: violarla! Por favor, acéptelo de mi parte. Apuesto que ver la escena horrorosa de mí, matando a sus probables violadores fue muy traumática —ella asintió levemente con timidez. —¿Puedo acompañarla a casa?

—C-Claro —musitó con miedo. —Usted es el conductor de la radio: Alastor.

—En efecto: ¡Una fan! —comentó con alegría. —¿Cuál es su nombre? —ella miró que el dichoso Alastor se quitaba el abrigo y se lo daba. Ella gustosa se lo colocó.

—Soy Charlotte, un placer —él asintió y comenzaron a caminar.

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Bien, espero que les haya gustado. Llegué más de mil países.

Me re costó desarrollar esta historia.

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In The Other Line | Chalastor [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora