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Ella tapaba la boca ajena con fuerza, llegando a estar encima de la contraria y mirando con cuidado, comprobando que aquel vil hombre no esté cerca.

—Niffty —llamó la rubia, separando la mano de la sirvienta.

—Lo siento, Mimzy —susurró. Ambas se miraron a los ojos y el corazón pelirrojo dio un brinco, aquel amor, floreciente hacia la rubia. La muchacha mayor, sin vueltas la separó con descaro y se acomodó, incómoda. —¿Por qué se habrá quedado arriba? —ella respiró agitada.

—Creo que la noticia no se la tomó bien.

—Pienso lo mismo —sonrió. Tras la rubia haberle dicho a su esposo que su embarazo era una mentira, el castaño literalmente enloqueció, destruyendo todo el living y amenazándola con matarla. Ambas se acomodaron detrás del mueble, observando las paredes oscuras del sótano que poseía las luces apagadas.

—Nunca me dejó venir aquí —declaró.

—A mí tampoco, es el único lugar donde no puedo limpiar —la pelirroja se paró, asustando a la mujer.

—¡¿Qué crees que haces?! ¡Ven aquí! —chilló, mirándola acercarse al interruptor a ciegas.

—Necesito luz —susurró y prendió.

Las luces del sótano hicieron un ruido incómodo, alertando al castaño, que bajó en seguida.

—¡¿Qué hacen?! —gritó este, mirando a aquel par de mujeres que observaban un cadáver encima de una mesa de metal en medio de ese cuarto.

...

—Dios... ¿Por qué no prendes? —maldijo el rubio, forzando a prender la punta de su cigarro.

—¿Necesitas ayuda? —el menor se sobresaltó y miró el rostro del canoso hombre.

—¿Acaso estás sobrio? —bromeó.

—Lo estoy, bueno, iba a ir al bar —sonrió y le extendió un encendedor.

—Gracias —prendió el cigarrillo. —¿Bar, eh?

—Claro —movió su cabeza —¿por qué estás aquí? Tu ropa está empapada.

—Me escapé —aplanó los labios, conteniendo el humo tóxico.

—¿Por qué? —el rubio soltó el humo y cerró los ojos. Se cuestionaba si la vida en la calle valía la pena en vez de estar en una cómoda cama, con una pistola debajo de su colchón.

—¿Acaso sabes todas las cosas que hace Alastor con tus armas? —finalmente miró al canoso. El alcohólico parpadeó. Una. Dos. ¡Tres veces! Confundido.

—Sí, caza.

—Caza gente.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Caza humanos —aclaró.

In The Other Line | Chalastor [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora