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—¡Abre la jodida puerta! —gritó el rubio. La muchacha, abrió la puerta y miró a ese par incrédula.

—¿A–Anthony? ¿En verdad eres tú? —extendió su mano, dispuesta a tocarlo.

—¡Sí, soy yo, estúpida! —le gritó. Parecía que hubiera consumido drogas pero no, era el pánico.

—¿Husk? ¿Qué hacen ustedes dos aquí? —intervino frunciendo el ceño.

—Necesito... Necesitamos —corrigió —decirte algo respecto a Alastor.

—¿Qué pasa? —se hizo a un lado, dejando que aquellos perros mojados entren a su morada. —Huelen horrible.

—Sí, sí, nena, no jodas —el rubio se quitó su abrigo y se tiró encima de la alfombra del salón, sintiendo el calor de la chimenea. La rubia, sin entender mucho, miró al hombre y apoyó su mano en el hombro ajeno.

—Husk, puedes ir a darte una cálida ducha si lo desea. El baño está ahí —señaló el lugar y él fue caminando.

...

Ambos estaban acurrucados en el sillón de tres, tomando chocolate caliente y sintiendo el calor de la chimenea. La rubia, por otra parte, los miraba desde el sillón de tres, frente al otro, sintiendo los nervios a flor de piel. Desde que leyó el tarot de Alastor, sintió malas vibras por parte de él, quiso hablarlo pero fue en vano. Él no volvió a dirigirle la palabra.

—¿Pueden decirme de una vez qué pasó? —habló la mujer firme.

—Ah, sí, Alastor mata gente —le restó importancia Ángel Dust.

—¡¿Qué?!

—¿Por qué lo dices así si antes estabas cagado de miedo? —el menor miró al veterano y colocó una mano en su pecho.

—¡¿Disculpa?! ¡Tú lo estabas!

—Tú eras el que se puso a llorar en medio de la calle.

—Esperen, esperen —llamó la atención la rubia —¿cómo... Estás vivo? —el menor rodó los ojos.

—Simple: Alastor me hizo “morir” para matar gente.

—Wow... —pronunció ella.

—Supongo que él... Pudo ser causante de la muerte de Vaggie —susurró esta vez.

—¿Quién es Vaggie? —nadie miró al canoso —¿la prostituta que fue asesinada?

—Fue... —el rubio acarició el anillo que tenía colgado del cuello —... Mi esposa. Justo esa noche planeábamos escapar y vivir en otro país pero... —rió amargamente —... Supongo que apareció Alastor.

—Calma, Anthony —la rubia lo tomó de la mano. —No te preocupes, pararemos a ese monstruo.

—Eso quiero pensar —susurró el rubio.

In The Other Line | Chalastor [Human Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora