CAPITULO 17

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EN UN BAR A LAS AFUERAS DE LA CIUDAD Y ORILLAS DE LA COSTANERA, HORA ANTES...


El lugar está casi lleno al igual que las mesas por comensales.

Muchas de estas, ocupadas afuera por la invitación de la cálida noche y bajo los acordes melodiosos del piano tocado por un hombre y una joven mujer en su violín, haciendo del ambiente, la armonía perfecta degustando de sus bebidas y comida.

No es de etiqueta el restaurant, aunque sí, con cierto aire elegante y por eso, la mujer que camina con su bonito vestido con tranquilidad entre mesa y mesa, se siente con cada paso pausado que da, el contacto de sus altos tacos dirigiéndose a la mesa que la aguarda al llegar y un mesero le señala al decir su nombre acompañándola.

El hombre que la espera fumando plácidamente, la presiente por más que no voltea.

Sigue exhalando el humo de su tabaco sin dejar de mirar el espectáculo que es su ubicación a metros del lago que en su letargo total, es un espejo nocturno de estrellas por el cielo totalmente despejado e iluminado de ellas.

Pero al llegar hasta él, se pone de pie con gesto de caballerosidad mientras el mesero desliza por la mujer la silla para que tome asiento.

Ella pide lo mismo que su acompañante.

Una copa del fino vino color mora que está bebiendo y lo hace presto poniendo otra copa.

- Otro día, que se fue... - Dice el hombre con su vista nuevamente en el paisaje.

- Y otro, que nuevamente llega. - Murmura Miel a su reflexión, mientras agradece el servicio del mesero y se marcha.

Solo bebe un poco y saborea su buena cosecha, mirando tanto su copa como el paisaje.

Y suspira largamente.

- Recuerdo como hoy, cuando me recibí de enfermera... - Sonríe nostálgica, pero su sonrisa es triste. - ...Juro solemnemente ante Dios y en presencia de esta asamblea, llevar una vida digna y ejercer mi profesión honradamente... - La recita y él, solo la escucha exhalando ese humo blanco de su cigarrillo. - ...Haré todo lo que esté a mi alcance para elevar el nivel de la enfermería y consideraré como confidencial, toda información que me sea revelada en el ejercicio de mi profesión, así, como todos los asuntos familiares en mis pacientes y dedicaré mi vida, al bienestar de las personas confiadas a mi cuidado... - Finaliza orgullosa por recordarla tan perfecto, pero ni un gramo de esta, por lo ejercido en tantos años.

Miel piensa largamente.

- Yo necesitaba salvar mi familia... - Rememora esa época. 

- Y Julio, la salvó. - Responde a su lealtad.

- Y después, necesitaba salvar mi alma... - Miel, bebe otro sorbo de su copa.

- Entonces, aparecí yo... - Ahora, evoca el hombre tan bien como Miel el día que se conocieron.

Un adolescente, prácticamente un niño.

Año 1978, dos de Julio.

A las afuera y escondidos con la vieja motocicleta de la vista en el centro clandestino de detención al sur del país, esperando la hora justa esa mañana.

En esa época no fumaba, pero su líder frente a la motocicleta, sí.

Y recuerda como en este momento, como el aroma a tabaco de mala calidad, se mezclaba con el de muerte que llenaba ese lugar.

Construcciones grises de algunos pisos y selva carcelaria como todo paisaje con sus revoques sudorosos por nunca llegar el sol, sobre cientos de soldados vigilando.

C-AM Sálvame® [COMPLETA] [+16]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora