No es un adiós.

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A mediados de noviembre, quince días después de su llegada, descubrí como podía regresarlo a casa.

Era mitad de semana y Pauli le consiguió trabajo al vikingo.
Debido a su cuerpo, se convirtió en un modelo. Me sentí celosa de que otras mujeres pudieran fantasear con él.

Aquel miércoles lo recogí.

Terminaba su sesión de fotos y muchas mujeres se lo comían con los ojos.

Al verme se acercó a mí y me besó. Me sentí feliz y poderosa.

Era mío,al menos hasta que me dejara. Sentí las miradas de odio de muchas de las mujeres presentes y eso me agrado.

- El cetro lo tiene Pauli - le dije mientras salíamos de ese lugar.

- Deberíamos intentar algo.

- Tu deberías hacerlo. No puedo ir contigo.

Subimos a mi auto y lo noté algo callado.

- Pauli dijo que tienes 24 años.

- Pauli dice cosas que no debería.

- Yo tengo 20 primaveras.

- Y me imagino que una pareja e hijos...

- No. Soy un guerrero sin familia... A menos que tú...

- Pasamos momentos agradables - dije tratando de aligerar su culpa.

- Eres mi pareja - dijo serio.

- Somos distintos.

- No quiero irme - confesó.

- Debes irte. No soy adecuada para ti.

-¿Eso significa que no quieres seguir adelante?

-¿Cómo? La mitad del tiempo no te entiendo.

- Pero claro,me entiendes cuando te hago gemir - dijo enojado.

-¿Qué demonios te pasa?

- Déjame con Pauli.

-¡Por Dios,te comportas como un marido celoso!

-¡Por Thor que no te entiendo!- dijo molesto.

Lo deje con Pauli y me fui aturdida y perdida.

Dos días después Pauli me llamo para decirme que me recogería para la fiesta de fin de año.

No tenía ganas,pero debía ir.

Suspire frustrada. Me puse un vestido rojo entallado y espere a que llegara.

Pauli sonó su bocina y corrí con mi bolso.

Me faltaba pintarme los labios,pero lo haría antes de llegar.

- Ya se que es tarde - dije al abrir la puerta de su coche.

Entonces lo ví. El vikingo me sonrió y entre a su lado.

- Aquí tienes a tu pareja - dijo Pauli.

- Ah... Ya veo que es tarde - dije mientras veía mi teléfono.

- Ya no digas,es temprano - dijo Pauli.

Cuando llegamos me disculpé para ir a baño y terminar de maquillarme.

No pude evitar escuchar a las chicas hablando de un guapo que estaba en la entrada. Me pinté los labios y salí para buscar a Pauli.

Lauri me esperaba en la entrada. ¿Así que el era el guapo?

- Lamento pelear contigo - dijo el tomando mi mano.

- Olvídalo, además nosotros siempre vamos a diferir.

- Hay algo que quiero hablar contigo.

- Ahí está Pauli - dije al ver a mi amigo.

Me senté con Pauli y el vikingo Lauri a mi lado. Las personas que nos acompañaban nos conocían y no dejaban de mirar a Lauri.

Entonces pensé en el cetro. Llegué a la conclusión de que en realidad si podría regresarlo a su mundo. A su tiempo.
Después de la comida me sentí cansada y espere a que entregarán los reconocimientos.
Tenía ganas de irme.

Pauli me saco a bailar y después Lauri lo hizo,pero sentí que algo estaba mal.

Al regresar me tomé dos cervezas y me negué a salir a bailar.

- Te ves mal - dijo Pauli.

- Creo que la comida me causo indigestión.

- Yo creo que no debiste tomar cerveza - dijo Lauri.

- Llévala al auto - dijo Pauli.

- Yo puedo - dije molesta.

Llegué al auto y abrí la cajuela para buscar un antiácido. Pauli tenía la costumbre de guardar un botiquín en la cajuela. Y ahí estaba el cetro. Una punzada de miedo me golpeó de pronto.

Toque el cetro y éste brilló.

- El cetro...- dijo él con nostalgia.

- Creo que es momento de que regreses - dije con un nudo en la garganta.

- Pero...

- Tienes una vida. Arregla tus pendientes... Tal vez así puedas regresar.

-¿Y si no puedo regresar?

- Entonces no estamos destinados a estar juntos - dije casi llorando.

Él tomó el cetro.

Yo lo solté,pero él me besó.

- No quiero irme.

- Por favor - le supliqué - este no es tu mundo.

- Regresaré - dijo apretando el cetro.

Una luz me iluminó y él desapareció junto con el cetro.

No recuerdo cuando comencé a llorar,pero Pauli me abrazo con fuerza.

- Todo estará bien - dijo Pauli.

- Llévame a casa.

Ignoraba si Pauli lo vio partir,pero no quería decirlo en voz alta. Me rompió el corazón que se fuera.

Aquel fin de semana me deprimí, Pauli me ayudó a conseguir dos semanas de vacaciones para aminorar la pérdida de mi vikingo.

- No debí insistir en que ustedes...

-¿Qué tanto le dijiste?

- Que fuera sincero con lo que sentía.

-¿Sincero? ¡Por Odín que ambos hicimos locuras!

- Será mejor que no hablemos de él por un tiempo.

A los tres días me convencí de que no volvería a verlo,que debía pensar en mi vida.

Vikingo hechizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora