Vikingo hechizado

Siempre te apoyaré

Lauri regresó con un golpe en la cara.

Mi padre se retiró molesto.
¿Cómo podía pedirme que eliminará a mis hijos?
Tenía una sospecha de qué era lo que deseaba de mí. Un donador para su hijo. Pues cuánto lo lamento,porque mis pequeños eran primero.

- Me amenazó - dijo Lauri - con meterme a la cárcel.

- No puede hacerlo. Es un tonto, no puede llegar y exigirme.

- Pauli dice que es mejor que regresemos a tu departamento.

- En cuánto a éso... Yo lo vendí.

- Oh.

- Podemos buscar un departamento - dije pensando en que era mejor dejar a Pauli solo.

- Conozco quien nos ayudará - dijo Lauri.

-¿Tu jefe?- pregunté observándolo.

- Si. Me dijo que si necesitaba algo... Qué le dijera.

-¿Sabe que salimos?

- Sí.

- Que extraño,me dió la impresión de que está detrás de mí.

Tal vez era imaginación mía. Pero es que yo era tan desconfiada.

- Voy a llamarle a mamá - dije de pronto tratando de olvidar el tema de su jefe.

Contestó de inmediato.
Estaba muy mal. Lloraba en el teléfono y sentí ganas de estar con ella.

Así que le propuse algo. Buscaríamos un departamento y ella se iría con nosotros, no dejaría que mi padre nos amenazara.
Después de que comimos Lauri y yo solos, él recibió una llamada.

- Hola  Albert- respondió Lauri.

Me imaginaba, había mencionado que le pediría ayuda.

- En realidad no es muy urgente - dijo Lauri.

El timbre me distrajo.  Estaba por ir a abrir cuando Lauri me detuvo.

- Déjame pensarlo - dijo Lauri - te llamaré en diez minutos.

Le miré extrañada.

- Yo abriré. Tengo un mal presentimiento.

- Pero... Solo es la puerta.

Al abrir descubrí que estaba en lo correcto.

Mi padre estaba en la entrada con unos papeles.

-¿Ahora qué quieres?- dije enojada.

- Tienes que donar para tu hermano...

- Váyase o llamaré a la policía - dijo Lauri.

- Deja de insistir, de verdad. No voy a donar. Es imposible, estoy embarazada de gemelos.

-¿Él te convenció? ¡Ni siquiera están casados!

- Eso cambiará - dijo Lauri antes de  cerrar la puerta con fuerza.

- Lauri...

- Será mejor que nos vayamos - dijo Lauri mientras le llamaba a alguien.

- Empacare mi ropa  - dije con frustración.

- Albert... Si,te tomaré la palabra. Claro. ¿Podría ser en media hora?

Pauli estaba afuera. Debía avisarle.

Tenía media maleta ocupada cuando Lauri entró.

- Nos quedaremos en casa de mi jefe - dijo Lauri.

- Bien, entonces debo apurarme.

- Le llamé a Pauli, dice que debemos irnos.

-¿Qué pasará después?

- Nos quedaremos unos días,hasta que esté listo el lugar donde viviremos.

-¿Así que tú jefe pensó en todo?

- El lo sugirió.

No dije nada. Había algo raro respecto a su jefe y no se lo diría. Yo era muy... Perceptiva respecto a la gente. Y sabía que mi padre presionaria por todos los medios,lo cual me indicaba que era mejor irme. Esconderme.
Lauri le tomó prestada una maleta a Pauli y guardo su ropa.
Cuando el timbre sonó me sentí temerosa.

- Es mi jefe.

- Será incómodo saber que tú jefe... Olvídalo.

Esperaba que fuera un hombre decente.

Albert nos sonreía.

- Déjame ayudarte - dijo al ver mi maleta - vamos a mi auto.

- Pauli llevará tu auto después - dijo Lauri.

- Espero que no sea una molestia tenernos - dije a Albert.

- No es molestia, es agradable tener compañía.

Todo el camino ellos hablaron sobre cosas del trabajo. Yo me límite a pensar que debía ser directa. Saber qué quería conmigo. Pero si lo hacía corría el riesgo de que mi estancia fuera un infierno.

- La casa está enfrente - dijo Albert - necesita unos pocos retoques y estará lista.

-¿Qué tanto tardará?- pregunté.

- Una semana máximo. Tiene espacio para que vivan ustedes.

- Me gustaría conocerla - dije emocionada.

- Será mejor que sea mañana - dijo Lauri - debes descansar.

- Tu ganas príncipe - le dije a Lauri.

- Pueden quedarse en la habitación de huéspedes,en mi casa - dijo Albert.

- Gracias - dije mientras abrazaba a Lauri.

- No hay de qué - dijo Albert.

Estaba segura que cuando estuviera todo listo para cambiarnos, haría la pregunta obligatoria.  Sabría que quería de ambos.