O 5

151 26 4
                                    

𝘩𝘦𝘺, 𝘴𝘩𝘪𝘵𝘭𝘰𝘳𝘥
───────────
narra evelyn


—¡Buen trabajo, Ross! —exclamó en cuanto nos vio llegar —vivita y coleando. Esta vez te has superado.

Se trataba de un chico no mucho más mayor que nosotros, pero notablemente más alto. Y eso que ser más alto que Tom no es ningún logro. Pantalones holgados, camiseta publicitaria y gorra sobre pelo rizado. Supuse que sería, como decirlo... de su especie.

Acto seguido comenzó a examinarme como si fuera algún espécimen extraño. Le lancé una mirada incómoda, aunque no pareció percatarse de ello.

—¿Y el tuyo, Willson? ¿también "vivito y coleando"? —se defendió Tom con un tono sarcástico mientras se interponía entre él y yo. Antes de que pudiera siquiera agradecérselo, la tensión del ambiente destruyó cualquier palabra que fuera a salir de mi boca.

Al parecer lo del principio no había sido ningún cumplido.

—No intentes defenderte, cervatillo. Queda incluso más patético todavía. —a continuación llamó a una chica sentada en un banco del fondo —¡Jennah, ya han llegado!

Esta se incorporó y se acercó a nosotros con paso arrastrado.

—Ya era hora, joder —comentó arreglándose su gorro cuff beanie negro mientras se aproximaba.

—Te presento a Jennah Parker. Creo que es de alguno de los tres grandes —se cruzó de brazos con orgullo — y sí, también "vivita y coleando". Como mis tres últimos —intentó establecer contacto visual con su compañero, aunque no hubo manera —oh, ¿y qué hay de tus tres últimos, Tom? ¿dirías que también están "vivitos y coleando?

Tom no se atrevía a levantar la mirada, por lo que contemplaba con remordimiento las Doctor Martens de la chica con las manos en los bolsillos.

—Bueno, creo que de todos modos no deberías preocuparte mucho por ellos. Estarán muy felices y ocupados disfrutando del inframundo —añadió al ver que no obtenía respuesta.

Por su parte, Tom cerró los ojos e inspiró muy, muy profundo. Desplazó sus ojos cargados de odio hacia su compañero para después mirarme a mí. Pude adivinar en su rostro un pequeño mensaje de socorro.

—Evelyn, te presento a Zac. —anunció finalmente arrastrando las palabras

Zac hizo un gesto con la mano que le invitaba a seguir hablando.

—...mi jefe.

—En realidad, guía de misión, pero así me vale —terció encogiéndose de hombros.

Sonreí levemente en su dirección, para luego fijarme en Jennah, que había estado observando toda la escena de brazos cruzados y con una mezcla de expectación e incomodidad. Pero Zac; como había estado haciendo los últimos cinco minutos, siempre tenía que llevar la palabra:

—Aunque, un poco mayor para ser novata, ¿que dices? —dijo refiriéndose a mí. Miró a Tom en busca de una respuesta.

—Es una larga historia —contestó este claramente sin ningún ánimo de seguir la conversación.

—Perfecto, me ha comentado que iba a retrasarse; así que tenemos tiempo de sobra para que me la cuentes —terció Zac mientras hacía un gesto con la cabeza para que fueran ambos a hablar a algún lugar apartado. Tom chasqueó la lengua con desagrado, pero no opuso nada para seguirle.

En cuanto los chicos se fueron, nos quedamos Jennah y yo a solas, en medio de aquel pequeño descampado en el que me había despertado el día anterior. Casi podía seguir escuchando los gritos de un extremo a otro de la acera.

—Oye, creo que te había visto antes —comentó Jennah de repente levantando la vista.

—Ah... ¿sí?

—Sí, de reojo en algún refuerzo de química.

Clavé mis ojos en los suyos, intentando recordar. Nunca se me había dado muy bien reconocer rostros, pero esas botas nunca pasaban muy desapercibidas.

—Ahora que lo pienso, yo también —respondí asintiendo —¿en el de las tres y media?

—¡Sí! —contestó con alegría.

—Entonces, eso significa que vamos al mismo curso.

—Qué coincidencias...

—Sí, ya ves.

La conversación, que se había vuelto incómoda por momentos, acalló de repente. Nos quedamos las dos asintiendo como estúpidas, sin nada que decir.

Oíamos a los chicos discutir acaloradamente en el banco del fondo. Ya me encargaría yo de averiguar qué se traían esos dos entre manos.

—Entonces, ¿tú también...? — volvió a comentar la chica de improviso.

Preguntar a otra persona si también es un semidiós nunca ha sido cosa fácil. La entendí a la primera.

—Bueno, eso supongo —respondí encogiéndome de hombros.

—Quien iba a decirlo; dos semidiosas en un mismo instituto, y dos chicos burro con malos humos que nos quieren secuestrar en Long Island —dijo irónicamente mientras se cruzaba de brazos.

Una carcajada comenzó a salir de mi boca. A los pocos segundos, estábamos las dos riéndonos como histéricas.

—Todo en orden —añadí entre risas.

En ese momento, los chicos terminaron de hablar y se volvieron a reunir con nosotras. Nos miraron con mala cara al oír nuestras risas ya ahogadas.

—¿qué pasa? —preguntó Tom expectante.

—Es una larga historia —le contesté para volver a las carcajadas.

Zac rodó los ojos con sus aires de superioridad, para que después la bocina de un claxon demasiado alto nos destrozara los oídos.

Un carruaje.

Un puñetero carruaje aparcado en el otro extremo de la acera; pintado de color oro, con caballos alados incluidos y todo.

Supongo que eso es a lo que Tom se refería como "medio de transporte".

Y que en su mundo, eso era lo más parecido a un helicóptero.

Un chico rubio, de unos diecisiete años, se asomó por el asiento del conductor:

—Venga, id moviendo esos culos, que no tengo todo el día. Además, el carro es nuevo y no me gustaría que ningún mortal estúpido lo raye.

[• • •]

Esta vez en multimedia, Barbara Emely como Jennah.

𝑯𝒂𝒍𝒇𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 -.ᴇᴠᴇʟʏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora