p r ó l o g o I I

489 43 17
                                        

𝘰𝘩, 𝘴𝘩𝘪𝘵
───────────
narra evelyn


‎ ‏‏‎Creo que el insoportable dolor de cabeza fue lo que hizo que abriera los ojos de sopetón
Un gran techo, blanco y adusto, se extendía ante mí. Me incorporé a duras penas.

Oh, no. No me fastidies...

Eso era... ¿un hospital? Sí, una habitación de un hospital. Lo deduje a juzgar por el aspecto desangelado y la camilla en la que estaba sentada.

Entonces comencé a recordar todos los hechos anteriores. Esa voz... quien fuera se había salido con la suya, me había lavado el cerebro para hacer algo, algo terrible.
Y lo que fuera eso tenía que ver con Amanda.

Eh, ¿esto es obra tuya?

Intenté volver a hacer que esa voz me hablara, pero no hubo respuesta. En su lugar, una enfermera entró desinteresadamente en el cuarto.

-¡Hey, jovencita! No tan rápido... ¿A dónde vas? - me advirtió con una sonrisa en cuanto me vio.

En ese momento fue cuando me di cuenta de que había estado intentando bajar a duras penas de la camilla.

-Pues... no lo sé

Las manos me temblaban, y los pensamientos se embarullaban como hilos en mi cabeza. Sólo la impotencia de pensar lo que aquella cosa había hecho con mi cerebro me daba escalofríos.

-En ese caso, creo que será mejor que te quedes donde estabas. Ahora que veo que ya mejoras, ¿te apetecería un aperitivo? -añadió mientras rebuscaba unas vendas en una caja de cartón.

-Gracias, pero... ¿Cómo he acabado aquí? -pregunté mientras arrebujaba las sábanas entre mis puños por instinto.
Si esa cosa no tenía respuestas, debería de encontrarlas por otros medios.

-Oh, querida, ¿no recuerdas nada? -dijo preocupada a la vez que se daba la vuelta.

-No...

La enfermera cogió un libro de unos archivadores, y empezó a hojearlo antes de responder:

-Tu casa sufrió un derrumbamiento. Cuando te rescataron, estabas inconsciente, pero por milagro no habías sufrido ningún daño.

Entorné los ojos mientras procesaba la información. ¿Un derrumbamiento? Puede que no recordara nada, pero no habría podido pasar eso.

-Y por lo que veo aquí -continuó refiriéndose al libro que estaba en sus manos -a tu padre también lo han ingresado. Joseph Grayson, ¿no es así?

Papá. Debía ir inmediatamente.

Oye, se supone que todo este asunto iba con Amanda. No mencionaste que otros pudieran salir heridos.

Tampoco hubo respuesta, pero casi podía sentir como una sonrisa maligna se asomaba por sus labios.

-Si, es él. ¿Puedo ir a verlo? ¿Está bien?

-Ahora mismo no sé en que estado se encontrará, pero a juzgar por lo despierta que pareces, puedo acompañarte hasta él, ¿qué dices?

Yo la seguí sin dudarlo. Fuimos cruzando distintos pasillos y escaleras, todos igual de monótonos. De repente, me paré en seco.

Mi pelo.

Mi tenue reflejo me miraba desde una ventana de una habitación del camino. Puede que no se vieran muchos detalles así, pero pude notar que algo en mi pelo no iba bien. Era blanco. Sí, mi pelo ahora era blanco. Me toqué unos mechones para comprobarlo, pero no se trataba de ningún tipo de tinte.

Vale, no nos alarmemos. Solamente mi casa acaba de derrumbarse por alguna razón que yo no recuerdo, mi padre está ingresado y ahora parezco una albina total. Todo controlado.

-¿Qué ocurre? -preguntó con sorpresa la enfermera al ver que ya no caminaba a su lado y miraba con tanta sorpresa mi reflejo.

-No, nada. Solo que... bueno, nada, no es nada -tartamudeé torpemente a la vez que me esforzaba por esbozar una sonrisa -continuemos.

Oh, al parecer a mi pelo le ha dado por envejecer de repente, eso es todo.

Finalmente llegamos a nuestro destino. Una habitación idéntica a todas las demás, solo que con el número 128, se erguía ante nosotras.

Entré sin pensármelo dos veces. El alegre pitido de la máquina cardíaca me dio su cálida bienvenida a la estancia.

Mi padre estaba en la camilla de la derecha.
No se movía.
No respiraba.
Un fino halo de frío se desprendía de su cuerpo.
Y la misma mirada de horror congelada de la visión de Amanda se asomaba por sus ojos.

-Hola. Tú debes de ser Evelyn, su hija.

Otra enfermera se dirigió hacia mí. Yo asentí con los ojos como platos, y al momento ya estaba junto al cuerpo de mi padre.

-No hemos podido averiguar cómo ha llegado a acabar en ese estado, aunque la policía está en ello.

Deslicé los dedos sobre su cuerpo. Hielo, y del macizo.

De repente, una sensación familiar me recorrió los dedos por un milisegundo. Ese cosquilleo... ese maldito cosquilleo era lo que le había llevado hasta ahí.

Los recuerdos bombardearon mi mente como si de balas se trataran. La pelea, y luego esa sensación tan extraña, tan parecida a posar tu mano sobre una superficie de hielo; que era justo lo que estaba haciendo en ese momento.

«Esto y mucho más eres capaz de hacer»

Sus palabras volvieron a resonar en mi cabeza. Pero esta vez no se trataba de un simple recuerdo, podía notar como volvía a pronunciarlas; disfrutando de cada segundo.

«Fuiste creada para esto, mi niña. Eres mi pequeña asesina...»







[• • •]

Hey!
Como el capítulo pasado no dije nada, supongo que ahora me tocará soltar el 'sermón' post-capítulo correspondiente.
Quiero ser ese tipo de escritoras, ya sabes.

Bueno, a lo que íbamos.
Un pequeño fun fact de este capítulo y del anterior es que lo he escrito y reescrito como un millón de veces hasta que más o menos me han convencido, ñej.

Y eso; que votéis y comentéis si queréis que esta nueva historia tenga algún futuro.Okno.
Pero votad, que si no me deprimo :)

𝑯𝒂𝒍𝒇𝒃𝒍𝒐𝒐𝒅 𝒕𝒂𝒍𝒆𝒔 -.ᴇᴠᴇʟʏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora