Noviembre sin ti, me has recordado esa canción a las 9 de la mañana, y es que ya han pasado dos meses y no sé por qué sigo escribiéndote si sólo he sido capaz de enseñarte unas líneas de lo que he escrito.
Supongo que me llena escribir lo que siento, que a mi alma no la noto tan rota como de costumbre cuando siento la tinta plasmándose sobre el papel (ojalá yo la tinta y tú el papel).
Tengo montones de folios esparcidos por mi habitación, en cada uno de ellos te escribí una poesía y a ti como representación de cada una de ellas.
Y es que no hay nada más bonito que tu rostro para escribir lo que siento, que con cada uno de tus rasgos, de tus maniobras al dormir, de tus cuerdas vocales cuando cantas bajo la ducha, se podrían escribir cientos de libros de poesía.
Ahora déjame acentuarte esa arruga que delimita tus mejillas cuando sonríes, que yo te dejo que me saques otras cuantas sonrisas y que me escribas caricias por el pelo, y si no te quedas conforme te hago cosquillas a besos en la cama, pero no muchas eh, que es demasiado pronto para que canses.