Se suele decir 'te fuiste y me dejaste el corazón hecho trizas', pero está vez me fui yo, tú te quedaste intacta, y mientras tanto mi corazón se hallaba gritándole a la distancia.
Siento que mis lágrimas han mojado mis mejillas demasiadas veces esta última semana, pero era inevitable, se acercaba el momento, ese último abrazo que sé que me darías, y que ojalá se convirtiera en lo que ahora se le llamaría eterno, pero con significado, no una palabra vacía, sino que cada vez que lo pronunciásemos se nos llenase la boca de dulzura, de sentimiento.
Como podría olvidarte, si todavía quedan restos de tu piel bajo mis uñas, cómo hacerlo si aún escucho los susurros de tu voz cuando sopla el viento.
Se suelen decir muchas mentiras, y después hacer sangrar, pero hubo algo que al conocerte me contó que tú eres la persona más sincera, porque en tus sueños crecen las verdades más bonitas que el mundo jamás ha visto en forma de rosas.
No sabes lo que daría por retroceder el tiempo con tan sólo sentirte una vez más, pero me he quedado en el intento, y me he dado cuenta de que girar las manecillas de mi reloj no hará que vuelvas, que yo vuelva a acariciar tu piel.
Me dijiste que mi olor se quedó en tu ropa, no sé cuantas veces me lo repetiste con la intención de que allí se quedara, para que al menos te inundase mi fragancia, para saciar la necesidad de abrazarnos y que no crezca, olvidando el hecho de no tenerte cerca.