Capítulo 26°

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No supe en que momento conduje hasta el hospital, todo parecía un sueño aún. Todo parecía pasar en cámara lenta, cuándo estuve en el hospital corrí hasta emergencias. Su padre estaba ahí y Dylan incluso Abby, camine hasta ellos. Su padre tenía los ojos rojos, sabía que había estado llorando.

—¿Que-Que sucedió?

Su padre caminó hasta mi y colocó su mano en mí brazo, no podía hablar, lo vi intentarlo pero las palabras no salían. Lo sabía, no podía hablar, era cómo si algo se interpusiera en mi garganta y cómo si mí lengua fuese sido arrancada o pegada a mi paladar. Lo abracé, era lo que él necesitaba y yo también entonces fue cuándo soltó en llanto. Susurraba que había sido su culpa, que él debió haber sido más atento. Yo sabía que era mi culpa, que había sido yo quién la había empujado a esto incluso no directamente pero había sido por mí. Por mí culpa ella estaba aquí, por amarme estaba muriendo.

Me permitieron pasar a la habitación, ella se veía hermosa cómo siempre pero si te detenías a ver sus muñecas verías las vendas y sabrías que no es feliz cómo nos hacía creer. Sé que puedo equivocarme pero lo que la había impulsado a hacerlo era lo que mi madre le había hecho, lo que yo le había hecho.

—La encontré en el baño, me dijo que... Dijo que iría a bañarse y que cuándo estuviera lista bajaría a comer pero se tardó así que creí que se había dormido—Cubrió un sollozo con su mano—Y subí hasta su cuarto fue entonces cuándo escuché el agua caer así que toqué, olvidó cerrar la puerta con llave, abrí y la vi tirada en el suelo en un charco de sangre. No supe que hacer, todo perdió el sentido

—¿Que dijo el doctor?—Ma atreví a preguntar, tenía miedo de saber la respuesta—

—Perdió mucha sangre, ellos hicieron lo que pudieron pero entró en shock hipovolémico. Le están administrando sangre y fluídos pero no saben si se salve—Llevó una mano a su boca para callar los sollozos—Podemos... Podemos perder a Leah

La idea de perderla me volvía loco, todo esto era mi culpa, ella no se merecía esto. Ella no merecía que un hijo de puta cómo yo entrara a su vida a joderla, tampoco se merecía que esté hijo de puta fuese lo suficientemente egoísta cómo para no poder vivir sin ella. Se merecía mucho más que yo, lo sabía pero soy lo suficientemente egoísta cómo para creer que nadie se la merece, que soy él único capaz de amarla y merecerla aunque no la merezca.

Unas horas después el doctor la había monitoreado, lo escuché decir que ella no estaba mejorando. Envié a su padre y a los demás a su casa, ellos se veían cansados y yo tenía esperanzas de que si hablaba con ella, que si ella me escuchaba saldría del coma. Tomé asiento en un pequeño banco que estaba a su lado, acaricié su mejilla evitando llorar.

—Necesito que despiertes, necesito que abras tus ojitos, pequeño arcoíris—Tomé su mano—Necesito verte sonreír, no puedes dejarme ¿Lo entiendes? No puedes irte por que prefiero mil veces no tenerte conmigo, prefiero que no seas mía a que te rindas. Puedo salir de tú vida, saldré si es lo mejor para ti pero no te dejes ir. Tienes muchas cosas por hacer, necesitas vivir. Debes cumplir tus sueños para que me sienta orgulloso de ti incluso más de lo que ya me siento, necesito que vivas por nosotros, por nuestro amor. Por que te amo más que mí vida, por qué te necesito cómo mí maldito aire, por qué sé que jamás amaré a alguien cómo te amo a ti, por que estoy malditamente seguro que jamás te olvidaré por qué te amo cómo nadie alguna vez amará en su vida, por qué eres parte de mi y por que eres de las personas que ocurren una vez en la vida

El aparato que monitoreaba los latidos de su corazón comenzó a emitir un sonido aturdidor, unas enfermeras entraron junto con un doctor y me sacaron de la habitación. Tomé mi cabello y tiré de él mientras me deslizaba hasta el suelo, escuchaba cómo las enfermeras hablaban entre sí y eso sólo hacía que el malestar que sentía en mí estómago se agrandará más. No podía perderla, ella no podía morir. Escondí mi cara entre mis rodillas mientras lloraba, habían pasado varios segundos y los doctores no salían. Me puse de pie con la vista nublosa y entré a la habitación, dos enfermeras me sacaron pero me resistí. Pude ver a Leah conectada a un respirador y un doctor intentando resucitarla, su rostro estaba apagado y toda la vida que antes estaba ahí ya no estaba. Dos tipos grandes me tomaron de los brazos y me sacaron de la habitación, antes de salir vi cómo el doctor negaba repetidamente con semblante triste.

Los sujetos me llevaron hasta la sala de espera, asegurándome que podía volver cúando los doctores así lo decidieran. Me dejé caer de rodillas mientras suplicaba que fuera una maldita broma todo lo que estaba pasando, sentía cómo si el corazón detenía su ritmo y luego segundos después volvía a latir. Mi celular sonó en algún lugar de mi chaqueta, tantee aún con las lágrimas nublando mi vista y con un nudo en la garganta, lo saqué del bolsillo de la chaqueta y observé la pantalla. Aspiré mí nariz y contesté.

—¿Qué?—Mi voz sonó aspera, ronca—

¿Dónde estás? Natalia y yo estamos preocupadas, no contestas...

—¿Quieres saber dónde diablos estoy?—Frunci mi ceño mientras me ponía de pie—Estoy en el maldito hospital, Leah intentó suicidarse y ni siquiera sé si vaya a vivir...

—Sería una solución a nuestros problemas...

—¡¿Solución a nuestros problemas?! ¿Es una maldita broma? Te estoy diciendo que puedo perder a la única mujer que he llegado a amar de una manera inexplicable, que puedo perder a la mujer que le dio sentido a toda mi puta existencia y dices que sería una solución, ¿Que demonios te sucede, mamá? ¿En que mierda piensas?

—Juan Luis no me hables de esa manera, soy tú madre...

—Lo sé pero no puedo creer que pienses de esa forma, yo... Yo... No te reconozco, mamá

Uno de los sujetos que me había sacado del hospital se acercó a mí, supe que algo estaba mal. Un frío se calo en mis huesos y un sentimiento de náuseas en mi estómago, sentí cómo mis rodillas se debilitaban y mis manos perdian fuerzas. No escuché nada más, todo mi alrededor daba vueltas. Cuándo estuvo frente a mi colocó su mano en mí hombro, suspiró y dijo:

—El doctor desea hablar con usted

—No creo poder hablar, no creo poder moverme,no creo poder seguir vivo

—¿Era su novia?

Era. Esa maldita palabra resonó en mi cabeza una y otra vez, sentí cómo si me fuese a desmayar, cómo si me quitasen la vida. Sentía cómo si arrancarán una parte de mi, cómo si alguien se llevase algo que es mío. Cómo cuándo pierdes algo que es tuyo y por más que trates de seguir sin él sabes que te falta algo, que no estás completo. Cómo si parte de ti, de tú alma, se perdiera para siempre. Me sentía perdido, solo, vacio.

—¿Es usted familiar de la señorita Davis?

El doctor que había entrado con las dos enfermeras para reanimar a Leah estaba de pie frente a mí, su semblante estaba apasiguado, no podía leer su semblante. Lentamente asentí, quería vomitar.

—Trate de tranquilizarse—Sonrió, Dios, fue  cómo ver al mismísimo Jesucristo—No sé que hizo sólo sé que usted hizo que mejorara...

—¿Mejorara? Su corazón se detuvo y usted me dice que la hice mejorar

—Pudo escucharlo, no sé que le dijo pero después de eso ella mejoró, por supuesto que su corazón se detuvo pero fueron esas mismas palabras las que hicieron que se detuviera y volviera a latir con mucha más intensidad, ella estaba viva por usted y sólo por usted, decidió vivir por usted y eso no es algo que se pueda decir todos los días

Sonrió para luego darse vuelta e irse.

Hola, hola, mis preciosas. Espero que estén perfectamente bien, ha pasado bastante(No mucho) desde que publiqué la última vez pero véanlo cómo un regalo del niño Jesús(Súper atrasado pero ajá, aménme) espero que lo disfruten y nos estamos leyendo.

Besos y abrazos aplastantes ✌😘

No Me OlvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora