11.

506 59 14
                                    

Al salir del baño, pudo notar un bulto en su cama. Suspiro intentando calmarse. Sabia bien que Kikyo no se daba por vencida con facilidad, y siendo casi media noche, no deseaba pelear con ella. Ademas, no deseaba que anduviera de noche, sola, asi que echarla no era una opción.

Miro por su ventana, notando como el cielo estaba negro y los pequeños relámpagos rompían con esa oscuridad. En menos de lo que pensaba, comenzaría una fuerte tormenta.

Giro su vista hacia la puerta de su cuarto, deseando con toda su alma cruzar por allí y dormir con Kaghome, pero no podía. Ella misma habia insistido en que llamara a Kikyo, y estaba seguro que era porque estaban pasando mucho tiempo juntos, y temia porque volviera a hacer lo mismo que en la fiesta.

-Eres un imbécil – Se dijo a si mismo, mientras se acostaba con suavidad para no despertar a la mujer a su lado. No deseaba lidiar con ella a esas horas de la noche. Solo queria dormir un poco.

Pasadas unas horas, un rayo rompió con la tranquilidad de la noche, despertando a una pequeña azabache que se hiperventilaba en su habitación.

Estaba todo oscuro y solo podía ver las luces que deslumbraban sus ojos... Ruidos fuertes que lastimaban sus oídos... Su propio respirar en la oscuridad, que no le permitia ni ver sus propias manos... Justo como ese dia. Como ese maldito dia.

Abrazo con fuerzas su Charmander, y cerro sus ojos, cubriéndose con su manta. No queria estar sola. Queria estar con su padre Inu No, con su madre Izayoi, con Souta o con Inuyasha, con alguien que le dijera que iba a estar todo bien, porque los fantasmas que, por meses no la habían molestado, comenzaban a invadir su mente otra vez.

Los gritos de las personas se comenzaban a escuchar vivamente en sus oídos, hasta podía jurar que sentía el aroma a gasolina, a quemado. El calor comenzaba a abrasar su piel. Y su cadera también dolia.

Ahora lo recordaba. Esa maldita sensacion de estar casi muriéndose. Podia recordarlo muy bien.

En ese ultimo tiempo, con la presencia de Inuyasha a su lado, habia logrado calmar su pesadilla. Ya no se despertaba antes de las 5.30 de la madrugada, ya no temblaba, ni sudaba ni lloraba, hasta habia dejado de oir todos los gritos, pero ahora... Ahora que estaba sola, su cabeza dolia.

Sola.

Siempre habia estado sola. Inuyasha solo habia sido una ayuda del momento, pero él la tenia a Kikyo y ella... Ella estaba sola.

Las lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas, y sus dientes mordían con fuerza su labio inferior. Necesitaba aguantar. No podía correr como niña pequeña hacia la habitación de su hermano. Él estaba con su novia. Él tenia que seguir con su vida. Él tenia que ser feliz.

Un nuevo rayo logro que la azabache gritase, saltando en su cama. Se hizo una bolita sobre si misma, intentando controlar su miedo. Los minutos se hacían eternos, y la pesadilla parecía no acabar.

No quiero dejarte ir.

Recordo las palabras del peli plata, mientras la abrazaba contra su fuerte cuerpo. ¿Acaso habia sido mentira? ¿Se enojaría si iba a pedirle ayuda?

Ya nada te lastimara.

Lo necesitaba. De verdad lo necesitaba.

Tomo su Charmander y comenzó a bajar las escaleras de su habitación, para caminar hacia la de su hermano.

Entro con suavidad, y logro ver, una vez acostumbrada a la oscuridad, como estaba durmiendo en su cama, junto con Kikyo.

Su pecho dolio horriblemente. Era cierto que él estaba con ella, y que necesitaba dejarlo seguir con su vida, pero estaba vez lo necesitaba mas que nunca. Los fantasmas, los gritos, los llantos, todo se arremolinaba en su cabeza y la atemorizaba.

La capacidad de la fortaleza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora