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Luego de acostar a su hermanito, Kaghome cerró con cuidado la puerta para no despertarlo.

Se quedo allí parada, intentando analizar lo que había ocurrido en la cena. Sabia que el matrimonio Taisho tenia un hijo menor, aunque no recordara nada sobre él, pero nunca se pensó que seria tan, pero tan guapo.

Su cabello plateado, junto a sus ojos dorados, completamente exóticos, eran dinamita para su cordura. Sin mencionar que tenia un cuerpo que, sabia muy bien, había sido tallado por los mismos dioses. Y su sonrisa... Esa sonrisa grande, blanca, perfecta, era el complemento perfecto para enloquecerla.

A eso tenia que sumarle que había captado muy bien las miradas que le había lanzado en la cena. Era verdad que aun era virgen, pero tenia algo de experiencia con jóvenes, para saber cuando uno deseaba a una mujer. Y el saber que Inuyasha la deseaba a ella, hacia que un leve calorcito invadiera su cuerpo. Para ser mas específica, una parte baja de su cuerpo.

Movio su cabeza de un lado a otro, intentando despejar esos pensamientos. Hacia muy pocas horas que se encontraba allí como para ponerse a fantasear con cuentos. A partir de ese momento era su hermano mayor, y tenia que tratarlo como tal.

Suspiro profundamente y dio un paso hacia su habitación, encontrándose con el motivo de sus sueños, o mas bien pesadillas, parado justo al comienzo del pasillo.

Sin saber porque, su corazón comenzó a latir con rapidez, y sus mejillas comenzaron a tomar calor. Tenia que tranquilizarse.

-Kaghome – Susurro completamente embobado. No había sido suficiente tener que hacerle el amor a Kikyo, pensando a la niña parada frente a él, que ahora se le aparecia como una verdadera pesadilla pecaminosa. Ese camisón blanco, que apenas tapada su pecho y llegaba un poco mas arriba de su medio muslo, le quedaba perfecto. De verdad, era el pecado en persona.

- Bienvenido a casa, Inuyasha – Camino con normalidad hacia él, aunque sus piernas temblaban levemente.

- Regrese – Susurro, y se abofeteo mentalmente para recuperar el habla - ¿Souta ya se durmió?

- Asi es. Esta realmente cansado por el viaje. Mañana seguro despertara algo tarde – Se paro a tan solo un metro del peli plata, ya que las entradas de sus habitaciones estaban una frente a otra.

- Tu también deberías descansar – Sugirio, aunque internamente rogaba que no se fuera de su lado, para poder seguir apreciándola.

- Lo se. Ahora mismo ire a dormir. Estoy algo cansada – Dio un pequeño bostezo, que le parecio de lo mas adorable al oji dorado – Nos veremos mañana. Descansa, Inuyasha – Le regalo una sonrisa, y se adentro en su habitación.

El peli plata se quedo mirando la puerta, sintiendo el aroma a rosas que había dejado en el ambiente. Era verdaderamente atrapante.

Con un cansado suspiro también se adentro a su cuarto, cerrando la puerta tras él. No tenia tiempo para ponerse a pensar en fantasias con su, ahora, pequeña hermana. Necesitaba comenzar a estudiar, ya que en dos días tenia un importante examen en la universidad.

-Basta de juegos, Inuyasha – Se dijo a si mismo, sentándose en su escritorio, donde tenia varias pilas de papeles – A estudiar – Se coloco sus gafas de lectura, y junto a una leve melodía de fondo, comenzó a leer esos apuntes.

***

Con su respiración agitada, y completamente sudada, despertó de su sueño.

Nuevamente esas pesadillas invadían su mente, y no la dejaban descansar como se debía. Hacia un año que era la misma historia. Apenas despertaba aun podía sentir el grito de las personas y el olor a gasolina presente en el aire.

La capacidad de la fortaleza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora