Respiró hondo haciendo a un lado la figura femenina que dormía pegada a él con sus brazos alrededor de su cuello abrazándolo con fuerza, pegándolo a ambos montículos que eran sus senos. Hace años, cuando era un imberbe muchacho de catorce años, habría mostrado un rostro sonrojado, tal vez incluso llegando a sangrar levemente por la nariz. Fue tímido en exceso, con mucha falta de confianza y baja autoestima. Ver el cuerpo de Yelena Belova lo hubiera matado sin esperarlo, acelerando su pulso tanto que su corazón habría estallado en su pecho.
Retiró unos mechones, rozando con el pulgar el pómulo de su amante, permitiéndose ver el completo cuerpo desnudo de la mujer. Curvilíneo, esbelto y atlético. Era un bello cuero femenino de piel tersa creado para matar. No por nada aquella mujer rusa era una espía con la experiencia y las habilidades para matarlo mientras duerme.
Si así era Yelena, ¿por qué dormía a su lado? Muchos desconocían que Belova no era una sádica como cientos de hombres que habían pasado por el mismo entrenamiento que ella. Estaba capacitada para mantener las emociones controladas y usar solo lo necesario en cada misión sin excederse. Si ella misma dejara que los sentimientos inundaran su mente, la sangre bañaría su cuerpo cada vez que ponía un pie en la calle.
Pensar en la propia Yelena Belova, le hizo pensar en sí mismo. ¿Qué tan cerca estaba de la cordura? Su mente había sido afectada por muertes prematuras y dudaba demasiado de sí mismo. Era un humano normal, sin nada especial como el Capitán América. Y a pesar de poder morir como alguien normal, dejaba a veces que la impaciencia lo invadiera internamente y lo obligara a apresurar las cosas, por los que varias veces vio a compañeros morir en el campo de batalla.
Jamás lloró por ello.
Al contrario que Yelena que gustaba de esconderse en las sombres y jugar como si fuera un titiritero, él mismo prefería ser bañado por los rayos del sol mientras a sus pies, sus víctimas le devolvían una mirada completamente muerta, completamente en blanco.
Tragó saliva sintiendo como la nuez bajaba por su garganta un poco.
Levantó su cuerpo de la cama, sintiendo como la sábana se escurría por su cuerpo, cubriendo el de su amante parcialmente, dejando retazos de piel ante sus ojos. Hubiera contenido la respiración si no amara el aroma de Yelena tanto o más que matar.
Masajeó su hombro derecho notándolo levemente dormido, como si hubiera puesto su cuerpo en una postura poco adecuada para dormir. Incluso creyó oírlo crujir cuando lo movió hacia el frente. Pareció que los huesos y músculos volvían a juntares para hacerle más fácil el movimiento.
No tardó demasiado en sus labores matutinas, tomando un desayuno ligero constando de un zumo y un café con un par de tostadas y luego lavarse los dientes. La ducha iría después del gimnasio, donde debía tonificar su cuerpo como hacía cada día después de desayunar. Solo que aquel día, sentía que algo no saldría realmente como quería. Estaba en Moscú, Rusia y allí todo era ajeno a Estados Unidos. Podría haber espías por todos lados, esperando para matarlo a él. Yelena sobreviviría. Era un activo demasiado importante como para permitir su muerte.
Una vez vestido, se sentó en una silla de hierro fría y abrió un portátil negro poniéndolo en marcha con su propia huella dactilar. A los segundos, un salvapantallas negro con una calavera y serpientes quedó a la vista, junto a un archivo denominado SHIELD.
Clicó en la carpeta viendo como se habría mostrado cientos de imágenes donde con sus ojos pudo descubrir cientos, tal vez miles de agentes repartidos por todo el mundo, todos con un mismo logo en sus uniformes o llevando carpetas con dichos símbolos. El águila blanca sobre un círculo le hizo alzar una ceja.
"Cada una de estas personas es un agente de SHIELD", dedujo habiendo visto aquellas imágenes. Echó hacia atrás su cuerpo, sintiendo el respaldo de su asiento haciendo contacto con su espalda. Mantenía la mano derecha bajo el mentón acariciando su barba, algo más larga que el día anterior, moviendo con la izquierda el ratón táctil implantado en el miso portátil, pasando a otras imágenes. Cientos de rostros pasaron por su mente, intentando guardarlos. Abrió ligeramente la boca, observando a un agente en especial. Nicholas Fury, actual director de la organización antiterrorista que parecía tener que hacer una visita, así como hizo con Industrias Stark. El problema era la cantidad de hombres. Incluso él tendría problemas en lidiar con un escuadrón mandado por el propio Fury, quien no dudaría en ejecutarlo. O tal vez lo apresaría y lo entregaría al propio Stark, quien ahora estaría mordiéndose el labio aguantando la ira que sentía.

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Naruto: El Activo
FanfictionNaruto Uzumaki es alguien capaz de ejecutar sin sentimiento alguno, sin miedo a las repercusiones, siempre con la mente enfocada en proteger a una única persona en el mundo, quien se lo ha dado todo. Por ello, con sus cuentas en rojo debido a las mu...