15 | Convivencia

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Rose Collins.

No fue mi mejor noche, de hecho, estuvo lejos de serlo. No podía dormir sabiendo que Eros estaba bajo el mismo techo que yo, tenía que estar loca para confiar que no me haría daño cuando durmiera. Sin embargo, pude confirmar que el colchón era cómodo a pesar de su gran tamaño. El reloj marcaba las nueve de la mañana cuando decidí levantarme.

Al bajar las escaleras, me sorprendió ver que Eros no estaba. Intenté buscarlo con la mirada, sin moverme demasiado ya que sus hombres no dejaban de controlar lo que hacía, pero él no estaba. Mi vista cayó en las bolsas de compra que había sobre la mesada, al abrir mi lado de la alacena me encontré con alimentos que yo no compré.

— ¡Oh, qué lindo es ser observada desde temprano! De las mejores sensaciones.— grité mirando a los hombres que espiaban por la ventana.

— ¿Collins está dentro? Señor, no creo que sea seguro dormir sin guardias dentro. Quizás un día de estos ella intente asesinarlo  cuando duerme.— oí a un chico decir, seguido de aquello, la puerta se abrió dejándome ver a Eros junto a otros dos chicos de nuestra edad.

Oh claro, porque Eros es el único que corre peligro aquí.

Los tres se sorprendieron de verme y sonreí.

— Qué inteligente eres, supongo que ahora deberé matarte ya que descubriste mi plan.

El chico tragó saliva.

— Discúlpame, no fue mi intención ofender...— lo interrumpí.

— No fue tu intención pero lo hiciste.— aclaré guardando la comida en la alacena.— Diles a tus hombres que dejen de controlarme si no quieren ganarse una bala en el cráneo.

— Están aquí para cuidarnos.

— No, están aquí por ti.— señalé.— Créeme que más de uno está esperando el momento para cortarme la cabeza.

— Rose...

Ignoré su llamado y tomé mi mochila para dirigirme al gimnasio, bebí la lata de energizante antes de comenzar a mover los aparatos dejando un espacio libre en el centro. Inicié estirando los músculos y huesos, más de uno sonó. Quizás la cama no era tan cómoda como pensé. Luego levantando pesas –de un solo brazo– y haciendo ejercicios para las piernas, la falta de sueño me estaba volviendo más lenta y por un momento consideré regresar a la habitación. Pero no podía, tenía que prepararme para ganarle a Winter y perder no era una opción.

Mi persistencia tenía que superar el malestar físico. Mi deseo era más fuerte.

Golpeé la bolsa de boxeo esquivando sus rebotes, cada golpe era más fuerte que el anterior hasta el punto que mis nudillos dejaron de sentir el impacto. Mi móvil sonó ante el llamado de Ryan y respondí, me saqué el guante dejándome caer en el suelo con ellos. Mi pecho subía y bajaba debido al cansancio.

— ¿Rose? ¿Estás bien?

— Sí, recién termino de entrenar.— dije alargando las palabras.— ¿Qué hay de ti?

— Genial.— respondió rápido.— ¿Por qué estas haciendo ejercicio? ¡Tienes una muñeca hecha pedazos!

Una respuesta demasiado corta.

Pequeño Demonio: Bestia | EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora