08| La Maldad Tiene Dos Caras

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Rose Collins.

Algunas veces lamentaba haber aceptado la oportunidad que me dio Evan, no sólo porque en muchas ocasiones me parecía un idiota sino porque luego de cada discusión se acercaba un discurso de moral impresionante. Según Evan, era mejor arreglar las cosas entre nosotros mediante una conversación y un café antes de que hayan malentendidos. Lo que él nunca tenía en cuenta es que tengo una vida fuera de la organización y se suponía que hoy iría a un trabajo junto a Ryan y Roy.

Unos pocos rayos de sol lograban iluminar la  oficina de Evan, en su mayoría de colores fríos. Miré los estantes cargados de libros y luego el escritorio, cualquiera creería que era un desastre pero al contrario de muchas personas, Evan era sumamente prolijo con sus cosas. Sin embargo, ser tan delicado podía ser un problema ya que el mínimo desorden es fácil de ser percatado.

Una pequeña caja de color blanco estaba oculta junto al monitor, me acerqué con el ceño fruncido para observarla, el nombre de una costosa y reconocida joyería estaba grabado en dorado. La nota de papel cayó al piso cuando levanté la caja, mi ceño se frunció al ver un corazón con unos dígitos en su interior: un código. Siguiendo mis instintos, lo abrí.

Estaba mal, lo sabía. No podía justificar mi accionar pero tampoco esperaba creer ciegamente en él. Ya había caído en las mentiras de alguien antes, no planeaba recibir otro puñal por la espalda. Si debía cometer actos como este para mantenernos a salvo, los haría. Luego me confesaría y lamentaría mi desconfianza, pero hasta no haber visto que yo estaba equivocada, no creería en unas palabras vacías.

"Querida, lamento no haber asistido a nuestra reunión ayer. Surgieron algunas cosas y me fue imposible saludarte por tu nuevo logro, sin embargo, toma esto como una felicitación por mi parte. Por cierto, dile a tu amigo que deje de meterse en mis asuntos o lo pagará caro

Evan."

Una mueca de asco cubrió mis labios ante tal carta, sabía que Evan podía ser un genio con las palabras cuando se trataba de mujeres. Al ver la caja vi un pequeño collar dorado con el símbolo de una hoja, tenía una pequeña joya roja en el centro. Al oír los pasos en el pasillo, dejé todo donde estaba y me apresuré en llegar al sofá. Mi mente procesó aquellas palabras en busca de algo extraño, pero no parecía ser nada más que una advertencia para alguien.

¿Quién era ese "amigo"? ¿Por qué le estorbaba a Evan?

— Rose, veo que ya has llegado.— la voz de Evan me trajo a la realidad, sonreí.— Lamento haberme demorado, tuvimos que perseguir al cliente.

— Oh, no te preocupes, acabo de llegar.

— Mejor entonces.— sonrió.— Te solicité que vengas ya que quiero disculparme por lo ocurrido con Roy, sé que estuve mal al no haberlo protegido como te prometí y también me sentí culpable por la intervención de Eros.

"Dile a tu amigo que deje de meterse en mis asuntos o lo pagará caro"

¿Se tratará de Eros? No, eso no tendría sentido. Evan es la última persona que desea relacionarse con él.

— Tema superado, sólo espero que no vuelvas a cometer el mismo error con Roy o con otra persona.

— Puedo asegurarte que no volverá a pasar.

— Bien, ya hemos aclarado todo así que no veo motivo para quedarme.

— ¿No quieres estar un rato conmigo? Podemos hablar de otra cosa que no sea trabajo ni viejas amistades.— ofreció con una gran sonrisa en el rostro y suspiré.

Pequeño Demonio: Bestia | EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora