6.5 (*)

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Jeongin, siguiendo las indicaciones que le ha dado Minho, sube al escenario y se dirige al largo pasillo que hay detrás. Deja atrás a toda prisa la mesa con la comida, la zona de maquillaje y peluquería y los vestidores, y cuando llega al cuarto de baño, abre la puerta y la cierra de nuevo con cuidado, para no llamar la atención de nadie. Se cierra con pestillo y deja que su espalda resbale por la pared hasta estar sentado en el suelo.

Y entonces, por fin, el pequeño que siempre sonríe rompe a llorar.

Solo por una vez se está dejando llevar por lo que siente. Todo le duele tanto y las lágrimas le nublan tanto la vista que es incapaz de respirar con normalidad. Ha estado conteniéndose durante todo este tiempo, y eso solo ha conseguido que se odie a sí mismo con mayor intensidad. Se odia tanto que desearía ser otra persona.

Pero sigue siendo él, sigue siendo Jeongin, y nunca va a poder cambiar eso. Nunca va a poder ser Hyunjin. Nunca va a poder ser alguien para Seungmin aparte de su mejor amigo.

Se seca las mejillas con las manos y trata de ser todo lo silencioso posible. Si bien es cierto que no había nadie cerca cuando ha entrado, no podría asegurar que haya llegado más gente y esté rondando por la zona. Se niega a vivir la humillación de que le descubran llorando.

Es por eso que da un salto cuando escucha dos pequeños golpes en la puerta.

—Innie, ¿estás bien? —pregunta su hermano.

Que sea Minho el que está al otro le hace sentir menos ansiedad. Coge aire y lo expulsa con lentitud para serenarse.

—Sí, hyung, no te preocupes. Saldré en seguida.

—Llevas ahí un buen rato y te estoy escuchando respirar entrecortadamente. Ábreme.

—No.

—Sí. Ya he vivido esta situación con Jisung, no me hagas repetirla y tener que forzar la puerta.

Jeongin sabe que no se va a marchar de ahí hasta comprobar que está bien, así que se seca las lágrimas restantes, se pone en pie y abre.

Minho le observa durante unos instantes.

—Tienes carita de llorar —dice con tristeza, estirando los brazos hacia el pequeño—. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué te sientes mal?

Se acerca a él hasta rodearle el cuerpo y apretarlo contra sí. Cuando Jeongin empieza a llorar de nuevo al sentirse protegido por su hermano, este cierra la puerta y se dedica a acariciarle la espalda.

—Cuéntame, Innie.

—No puedo seguir siendo yo, hyung... Yo... me odio.

Minho para las caricias durante un momento. Intenta separarse de Jeongin para verle la cara, pero el menor está tan avergonzado de todo que se opone, aferrándose con más fuerza a su camiseta.

—¿Por qué has dicho eso? No lo vuelvas a repetir, no vuelvas siquiera a pensarlo.

—¿Por qué yo nunca seré suficiente?

A Minho le está costando entender lo que sucede, porque sabe cosas de su hermano que él no le ha contado, pero lo que está diciendo es más de lo que pensaba que sentía.

—Tú eres suficiente, pequeño.

—A mí no me quiere como le quiere a él.

—¿A quién le quiere?

Jeongin niega con la cabeza y vuelve a presionarla contra el pecho del mayor.

—Vamos, confía en mí. Estoy aquí.

—A Hyunjin.

—¿Seungmin está enamorado de Hyunjin? ¿Es eso lo que me estás diciendo?

Jeongin se queda estático durante unos instantes.

—¿Cómo sabes...?

—Que tus amigos los idiotas no se fijen en ti lo suficiente no quiere decir que nadie lo haga. No soy tonto, soy tu hermano y te conozco mejor que a mí mismo. Sabía lo que sientes por Seungmin antes de que tú lo supieras, Innie. Y ojalá hubieras venido a contármelo y no te lo hubieras estado guardando hasta ahora.

—Nunca tenemos ese tipo de conversaciones.

—Lo sé, pero de ahora en adelante las tendremos. ¿De acuerdo? —Jeongin asiente—. Siéntate.

Jeongin se separa de Minho y se sienta en el suelo de nuevo mientras el mayor se arrodilla delante.

—¿Por qué has dicho que te odias?

—No soy nada, hyung. Solo soy un tonto.

Minho le acaricia el pelo con cuidado.

—No tienes ni idea de todo lo que eres, pero te aseguro que un tonto no.

—Me siento como uno. He conservado las esperanzas hasta que me he enterado de que está enamorado. No quiero ser su mejor amigo. Quiero dejar de ser Jeongin y ser, no sé, tú. Pareces estar siempre tan feliz.

Minho deja escapar una suave carcajada y le aparta el flequillo de la frente. Después deja sus manos sobre su regazo y niega con la cabeza.

—Tú eres el que parece estar feliz siempre, Innie, tú eres el de las sonrisas. Nadie mejor que tú puede saber qué se esconde tras ellas.

Entonces la expresión de Jeongin se transforma en una preocupada.

—¿Estás triste?

—Ahora no. Lo único que me importa en este momento eres tú.

—Pero hyung...

—Pero nada. Olvídate de mí. Necesito que dejes de culpabilizarte por algo que no te corresponde. Si no te quiere, ¡peor para él! No sabe que se está perdiendo a la persona más buena del mundo.

—Mírame —dice, y una lágrima vuelve a resbalar por su mejilla—. Solo mírame.

—Te miro todos los días, idiota, y siempre veo al mismo niño bonito y puro que conocí en el hospital, así que no me vengas con estos pensamientos malos sobre tu forma de ser y sobre tu cuerpo. Eres perfecto, y tienes que seguir queriéndote y respetándote como has hecho hasta ahora. —Le da un golpecito en la mejilla y Jeongin se ríe—. No puedes dejarte caer solo porque un chico no te quiera. ¿Tú sabes cuántos hay? ¿O cuántos vas a conocer a lo largo de tu vida? Muchísimos. Y estoy totalmente seguro de que tendrás montones detrás de ti.

—Pero yo no quiero montones —responde apretando las piernas contra su cuerpo—. Yo solo quiero a Seungmin.

You Should Be Here [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora