𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶𝗶𝗶.

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𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶𝗶𝗶.
𝘁𝗵𝗲 𝗰𝗮𝘃𝗲 𝗼𝗳 𝘄𝗼𝗻𝗱𝗲𝗿𝘀
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ESA MISMA NOCHE, KEITH DESCUBRIÓ POR QUÉ Allura quería el collar de Rojo, gracias a una larga explicación de Shiro que, aun de habérsela explicado al menos tres veces, volvió a repetirla de nuevo. Tan emocionado como la primera vez.

Allura, de alguna manera que solo ella sabía, consiguió poner a Rojo el collar sin ningún tipo de arañazo o lesión por parte del felino, y con el pelo del león disimuló el collar. El plan de la joven comenzó a tomar forma cuando Rojo caminó hacía Shiro, quién estaba aburrido en los jardines durante un día entero de tiempo libre, y trató de llamar su atención. El soldado, ya bastante molestó por los gestos del león, le acarició como siempre desde las orejas hasta el lomo. Como cabría esperar, notó el collar al momento de pasar la mano. Supo en seguida que algo raro estaba pasando y se encaminó hacia los aposentos de Keith para averiguar lo ocurrido.

Al llegar y ver a Allura sola en el cuarto, pidió explicaciones sobre el paradero del príncipe. Ella le tranquilizó alegando que le había dejado marchar durante unas horas para ver al pueblo. Shiro al principio gritó a Allura por semejante idea, no podía creer lo que estaba oyendo. Allura, la mujer más responsable del mundo había dejado salir a Keith de palacio cuando tenía estrictamente prohibido ir a ningún lado fuera de los muros que rodeaban la estructura. Con paciencia, la chica consiguió tranquilizar a Shiro y contarle acerca de su plan.

Allura se oponía a la decisión del Sultán de dejar a Keith encerrado en el palacio, por lo que su idea consistía en dejarle salir para que viera la verdad que tanto había anhelado saber desde hacía tiempo. Para ello, necesitaba la ayuda del soldado. Con él dentro de los aposentos, Allura podía disimular que realmente hablaba con alguien.

Shiro afirmaba que esa parte del plan era una estupidez, es más, se lo comentó a Allura, pero con palabras más delicadas y con tartamudeos de por medio. Ella admitió que la verdadera razón es que no soportaría estar sola y que le intrigaba tener una conversación a solas con Shiro después del tiempo pasado. Al fin y al cabo, cuando eran más pequeños ambos habían estado más unidos, pero con los años y las nuevas responsabilidades, dejaron de hablar tanto y pasaron a verse un par de veces con suerte a la semana.

Keith hizo todo lo posible por escuchar la historia de su amigo, de lo bien que lo había pasado en compañía de Allura y las ganas que tenía de repetir esa ocasión. Y pese a sus esfuerzos, su mente seguía bloqueada en todo lo visto y vivido siete horas antes.

—Keith, ¿estás bien? —Sintió la mano fuerte de Shiro posarse sobre su hombro, con preocupación. Era un gesto que el hombre solía usar para transmitir apoyo y confianza. Lejos de lo que pudiera significar, Keith no llegaba a sentirse reconfortado. Más bien, peor de lo que ya estaba.

𝗔 𝗪𝗛𝗢𝗟𝗘 𝗡𝗘𝗪 𝗪𝗢𝗥𝗟𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora