𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶.

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𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶.
𝗿𝗶𝗰𝗵𝗲𝘀 𝗮𝗻𝗱 𝗳𝗿𝗲𝗲𝗱𝗼𝗺
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—¡MALDITO RUFIÁN! —exclamó uno de los guardias de palacio, sacando su arma afilada de su funda. Alzó la espada y apuntó con ella al chico de diecisiete años frente a él—. Detente, o te arrepentirás.

Como siempre, el chico no siguió sus órdenes.

Dio media vuelta y echó a correr. No se detuvo para ver si le seguían, estaba seguro de que así era. Además, de que el sonido metálico que se oía tras él solo podía ser producido por las armaduras que portaban los guardias. Pudo ver, mientras corría entre la multitud, una cola de pelaje gris azulado. Azul, su preciada gata, era capaz de leer la mente de Lance. No tenía duda alguna.

—Sucia rata, esta vez sí que te atraparemos. Y me asegurare de colgar tus manos como una pieza más de mis trofeos.

—¿Todo esto por un simple trozo de pan? —se burló Lance, girando la cabeza con una jovial sonrisa. Saltó dejándose caer, con la ropa tendida en una cuerda unida a dos edificios para amortiguar su caída.

La sensación de vértigo seguía implantada en su estómago tras la caída. A su lado aterrizó Azul y, como cualquier gato, cayó de pie. No perdió ni un segundo, se levantó y continuó buscando una ruta de escape.

—Ahí está. —Otra vez esa molesta voz. Era como si un martillo penetrase en lo profundo de su ser, tocando su fibra de diversión.

Lance saltó entre numerosas estructuras, arriba y abajo, con su leal y pequeño amigo siempre detrás de él. En un momento dado quedó arrinconado entre los guardias. No se lamentó, al contrario, lo agradeció. Las últimas veces había logrado escabullirse con facilidad. Tenía que volver a demostrarle que era un hueso duro de roer o estaría en peligro su reputación.

Se agarró de una barra y se balanceó un par de veces para tomar impulso. Los guardias estaban cerca, podía oler su aroma a limpio, contrastando con su aroma a sudor y de no haberse bañado en tres días. Soltó la barra y penetró por la ventana de la vivienda.

El gritó de unas mujeres no se hizo esperar. Unas elegantes chicas con preciosos y, sobre todo, caros vestidos de tul. Lance conocía de memoria la casa, como la palma de su sucia mano de ladrón. Todas salieron despavoridas por las escaleras, excepto una chica vestida de amarillo.

—Metiéndote en problemas un poco más temprano de lo normal, ¿no, Lance? —preguntó la chica de melena rubia. Mantenía el peso en una pierna, resaltando la curva de sus caderas.

𝗔 𝗪𝗛𝗢𝗟𝗘 𝗡𝗘𝗪 𝗪𝗢𝗥𝗟𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora