𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶𝗶.

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𝗰𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝗶𝗶.
𝗯𝗿𝗲𝗮𝗸𝗮𝘄𝗮𝘆
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KEITH DESPERTÓ AL SENTIR EL AGUA FRÍA EN SU NUCA. Giró la cabeza en todas direcciones, altamente desconcertado. De pie ante él estaba Shiro con un cubo de agua todavía en las manos.

—Te has quedado dormido —dijo como si fuera obvio.

Había pasado toda la noche en vela. Si no recordaba mal, había dormido tan solo tres horas.

Como todas las mañanas, a la misma hora de siempre, Allura entró en su dormitorio y le despertó, diciendo que ya le había preparado su baño. Por suerte, Keith se había puesto algo encima antes de quedarse dormido.

Se arrastró como un zombie a la bañera y se sumergió. Tanto era el cansancio que debía de haberse adormecido de nuevo. No quiso saber qué hora era. Seguro que su improvisada siesta matutina iba a provocar otro regaño por parte de su tío Coran. Como le gustaría ahogarse en el agua y no volver a saber nada más de nadie en lo que restaba de día.

—Shiro, haz el favor de darme una toalla —pidió. Su tono dejaba ver un tono cansado y lastimero. ¿Quién no lo estaría en su lugar? Un chico de su edad no debería estar bajo toda esa presión.

—Pensaba que te habías ahogado del estrés —comentó el soldado al mismo tiempo que le daba una de las numerosas toallas que había dobladas pulcramente.

—No me tientes a hacerlo. Aún no he salido del agua.

—Vaya, no estas de humor.

—¿Cómo lo has adivinado? —dijo con ironía. Se secó el pelo con la toalla con movimientos brusco y la lanzó contra el pecho del soldado— ¿Acaso puedes leer mi mente?

Salió de la tina, alzándose en pie sin ningún tipo de vergüenza. Arrancó la toalla de nuevo de las manos de Shiro, quién inútilmente se dio la vuelta, respetando su intimidad. Keith evitó soltar una carcajada, le había visto desnudo cientos de veces y, aun así, seguía mirando a otro lado cada vez que pasaba. Al principio, hace unos años, Keith le había preguntado curioso por ese gesto.

Shiro, con las mejillas sonrojadas le solía dar la misma respuesta.

—¿Que por qué lo hago? ¡Keith, por favor, piensa! Eres el príncipe y menor que yo, parecería un maldito degenerado si me quedara viendo el cuerpo del heredero al trono sin un rastro de ropa encima.

Esa era la principal razón para que Keith se demorará el doble de tiempo en secarse en presencia de Shiro. Le parecía gracioso y, lo mejor de todo, es que por ley no podía abandonar la presencia de Keith al menos que el susodicho se lo permitiera. O en este caso, ya que Keith estaba castigado, tenía que estar siempre al lado de Keith o con un ojo encima de él excepto si el Sultán requería la presencia en solitario de alguno de los dos. Ahora resultaba gracioso, pero en un par de minutos Keith volvería a criticar mentalmente todo el sistema que Coran había montado para tenerlo vigilado. Resultaba tedioso.

𝗔 𝗪𝗛𝗢𝗟𝗘 𝗡𝗘𝗪 𝗪𝗢𝗥𝗟𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora