15.

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Thara

Suspiraba satisfecha mientras veía a nuestros invitados disfrutar de la estirada fiesta de matrimonio que la señora Violet había orquestado para nosotros. Mis ojos fijos en la figura de Darius que se mantenía serio en una mesa cercana a Märco y sus padres. ¿Dónde se encontraría Livet?

Me terminé la cuarta copa de champan de la noche en un solo y largo trago.

—Deberías seducir a tu esposo cuanto antes, mi señora —dijo de repente Brenda sacándome de mi ensimismamiento. Me giré a mirarla y mi mundo se desestabilizó un poco. —Es tu derecho y si no tomas cartas en el asunto, terminaras por perderlo.

—¿Disculpa?

—La pelirroja bonita —dijo ella modulando para que entendiese claramente. —Anoche estaban juntos, ella le decía que no se casara contigo.

Como una dolorosa puñalada se incrustó en mi corazón. Algo dentro de mí me decía que Märco no había sido el mismo los últimos días y la razón era ella. Ella, ella, siempre ella.

¿Si salía con Darius, porque insistir en Märco? ¿Cuál era su maldito problema?

—Lo sé. Ellos eran pareja —dije con suficiencia. ¿Qué más daba? En un par de días se convertiría en mi súbdita y tendría que verla a diario. Me venía bien una amiga o, quizá si hacía que Brenda creyera que Märco me había elegido sobre Livet, terminaría por creerlo yo misma. —Pero la verdad esta ante tus ojos —ondee mi dedo anular donde una bonita joya brillaba. La misma que compartía con el líder del clan Sneider.

Brenda me miró como se observa a una persona que te cuenta sobre el más mediocre de sus logros; con pena.

Y yo odiaba esa mirada. Era la misma que me dedicaban todos.

—¿Qué? —pregunté odiosamente por segunda vez. —¿Sabes algo que yo ignore?

Las palabras murieron en sus labios porque en ese momento llegó el señor Peter a invitarme a bailar. Como la idiota que solía ser delante de mis suegros, mis ojos se desviaron a Brenda para cerciorarme de que era a mí a quien solicitaba.

—¿Por qué? — cuestioné con un poco más de entusiasmo del que pretendía. Simplemente genial, ahora me tacharían de impulsiva. —Es decir, usted ¿baila?

Él abrió sus ojos sorprendido y tras una cortés respuesta de su parte emprendimos rumbo a la pista de baile.

Mis ojos buscaron con la mirada a mi flamante esposo que hablaba amenamente con Darius. Por el rabillo del ojo pude ver a la señora Violet cruzando palabra con uno de sus trillizos mientras otro enfilaba hacia la zona del DJ.

Esperaba que ella no tomara personal el hecho de que yo no hubiese querido leer los odiosos votos matrimoniales que había escrito. No los sentía míos, no era personal. Y aunque me hubiese comportado dócilmente hasta el día del enlace; En el altar, no sería yo quien recitara votos falsos hacia Märco que había aceptado mi ofrecimiento.

"—Yo también te elijo ahora y siempre, Thara Wellton."

Reprimí a tiempo una risilla de gozo al recordar su respuesta.

—Por eso creo que deberías saberlo de antemano—oí que decía el señor Peter. ¿de que diablos hablaba? No tenia ni idea, pero asentí sumisamente mientras sonreía y sentía mi rostro adormecerse. —¿Entonces estas de acuerdo con la decisión de Märco?

Me paralicé y las ideas huyeron como cobardes de mis neuronas.

—¿Sí?

—Pues yo no —sentenció, dándome una innecesaria voltereta por el baile. —No me parece justo ni para ella o para ti que las haga pasar por esa situación.

HIELO [en tu mirar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora