10.

943 93 13
                                    

Märco

Apreté con fuerza la zona de mi sien, con la esperanza de que la presión en mi musculo temporal mermara la migraña aguda que sufría. Llevaba alrededor de cuarenta minutos mirando a la nada misma.

Darius me miró desde el umbral de la puerta, en sus manos traía una reluciente bandeja.

—No quiero ser el portador de malas noticias, pero tu padre acaba de llamar —No contesté y él lo intentó de otra manera. —La paternidad parece haber favorecido el comportamiento de Joseff.

Asentí casi ausente, lo que menos me importaba era el buen o mal carácter de mi primo a causa de su paternidad, ya suficiente había tenido con su mal genio a raíz de haberse enamorado de una de mis ex novias.

Recordé como si fuese ayer cuando el muy idiota me había desafiado en combate por el amor de Stella. ¿Me importó? Mas bien no; ella se había convertido en un dolor de cabeza cuando descubrió mis verdaderos sentimientos hacia Livet y con ello, mis infidelidades.

—¿Estas bien? —preguntó Darius de nuevo, atrayéndome al presente. —¿Pudiste hablar con ella?

Acepté de buena gana la taza que me ofrecía. Bebí de un solo trago el té de jengibre y miel que contenía. Mi favorito.

Una estúpida media sonrisa escapó por mis labios. Él intentaba reconfortarme.

—Digamos que soy la peor basura que ha podido pisar esta tierra.

—¿Estas de broma? ¿Eres tu abuelo? —bromeo y no lo negué. — ¿Puedo...? —se calló al ver mi expresión. —Sé que no te gustan los consejos, pero deberías aclarar las cosas con ella. Son muchos años de amistad desperdiciados por un malentendido.

—Lo hice —respondí, —intenté hablarle. Ella no escuchó.

—¿A qué te refieres?

La expresión de Darius se volvió seria.

—Livet no quiere ser la señora del clan Sneider y tampoco quiere que tenga a otra... —sonreí. —Por un momento olvidé que soy el señor del clan y me permití sentir esta debilidad; no es un asunto transcendental, debo tener una esposa y solidificar mi posición ante los otros clanes. Fue un desliz confiar en un amor de la adolescencia para esa función.

—¿Por qué no le dices la verdad a tus padres? Debes colocar las responsabilidades de cada uno donde corresponden. No puedes continuar toda tu vida haciéndoles creer que eres tu quien no le corresponde.

Respiré profundamente y por espacio de cinco segundos consideré su opinión. Pero eso solo ocasionaría más conflictos de los ya existentes.

—Sabes que Peter enloquecería —concluí zanjando esa posibilidad. — Desde que refugió a Livet bajo su ala se dedicó en cuerpo y alma a convertirla en el mejor prospecto de señora del clan. ¿Imaginas lo que sucedería si les digo que ella rechazó mi oferta? Bien sabes que tiene un trauma con ello, el abuelo no se lo hizo fácil.

Darius negó, recordando al mismo tiempo que yo el infierno que mi difunto abuelo le había hecho pasar a mi padre.

—Anoche... —suspiró. —La encontré vagando cerca de tu habitación. Nunca llegaste y supe que te esperó hasta altas horas de la madrugada.

Recordé vagamente el asalto sufrido por parte de mi ebria prometida. Casi sin pensarlo sus palabras también fueron parte de ese recuerdo. "Ella no quiso lo que le ofrecías. Supéralo amigo".

—Entonces puedo decir que fue una sabia decisión dormir con mi futura esposa —no quise decir que ella se había desmayado previo a encenderme como un maldito fosforo. — Sé que Hans también estuvo despierto casi toda la noche.

HIELO [en tu mirar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora