Capítulo ocho: Consecuencias.

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Capítulo ocho: Consecuencias.

Evan.

Ahora no estoy en una simple enfermería de instituto, no, estoy en un hospital donde me tuvieron que internar para sanar mis heridas y tratar la ruptura del tabique de mi nariz. Mamá está a un lado de la camilla viéndome de forma decepcionada, pero no entiendo el porqué si la víctima realmente soy yo.

Recordar lo que pasó hace tan sólo unas horas es vergonzoso, esas palabras que dije activaron en Kyle una persona totalmente diferente, sus golpes se volvieron agresivos y fuertes, y en sus ojos había una mirada que le hubiese dado escalofríos a cualquiera. Intenté apartarla, pero por más que me esforzaba no podía, me doy pena a mí mismo.

Bebita malcriada.

Ese apodo ¿Lo habré escuchado antes? En medio de la discusión mi cerebro lanzó esas dos palabras de forma automática, no entendí porqué pero no pude evitar decirlas ya que salieron de mí de manera tan natural que me parece extraño.

Intento levantarme pero no puedo, mi cuerpo duele ya que me logró dar unas cuantas patadas antes de que su hermano la alejara de mí, además de que la cara la tengo dormida ya que hace un rato que el doctor me vino a poner algunas pomadas. Mierda, que porquería.

Mamá aparta la revista que estaba leyendo, veo sus intenciones de decir algo pero a último minuto cierra la boca y vuelve a colocar la revista donde la tenía.

—Lo siento, mamá. Pero no fue mi culpa, fue...

No me deja terminar de hablar cuando levanta la mano delante de mi rostro en la clara señal de que me calle.

—No, Evan. Ésta vez no tienes justificación, me decepciona que otra vez te metas en problemas por tus actitudes narcisistas y tus ínfulas de ser el centro del mundo. Entiendelo, hijo, no eres un niño y no podemos estar en éstas preocupación ni tu padre ni yo.

Sus palabras duelen, no lo voy a negar, pero no le dejo ver lo que pienso poniendo mi máscara de indiferencia. Me duele que no me crea y mucho más que se ponga de parte de la persona que me mandó a éste lugar.

—Como sea, mamá. Lo que tú digas.—Giro mi rostro al lado contrario de donde ella se encuentra, quedamos en un total silencio que envuelve todo en un ambiente tenso e incómodo.

Escucho la puerta ser abierta y cuando miro es papá quien entra con un semblante igual o más serio que el de mamá.

—Estás suspendido por unos días, espero que eso te haga sentir feliz. El lunes debemos ir al Instituto donde van a tomar la decisión si expulsarte o sólo dejarte con una ficha roja en tu expediente estudiantil.

—¡Eso es injusto! Si fue ella la que me gol...

—¡No hay excusas, Evan! Eres un chico que desde que entraste le buscaste problemas, el director me dijo que varios fueron a él para testificar que ayer durante todo el día no hiciste más que provocar a la chica y molestarla. Además, ¿Adivina cuál es la cereza del pastel? Esa chica a la que sacaste de sus cabales es nada más y nada menos que ¡La hija del dueño de la empresa donde trabajo! No, ni siquiera eso, es la hija del dueño de la franquicia entera. Gracias a tu inmadurez puedo perder el trabajo que he tenido durante tantos años.

Mierda, ¿Cómo no recordé ese estúpido apellido? Si papá desde que tengo conocimiento ha estado en esa empresa que nos ha ayudado a tener las comodidades que tenemos. Ahora sí la cagué.

—Lo siento, papá.

—No hay disculpa que valga ahora, Evan. Esperaremos que te den la carta de salida para irnos a casa, entre lo que resta de la noche o mañana en la mañana te deberían de dar de alta a según el doctor.

La Chica Problemas.© [Los Hollend #1] (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora