Capítulo 1

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Hace mucho había terminado la guerra entre elfos y humanos y aunque había "paz" No dejaban de existir prejuicios entre ellos, por más que pasará el tiempo esa pequeña enemistad no desaparecía en lo más minimo y era por eso y más que a nuestra protagonista no le entusiasmaba el Giro que daría su vida.

Rayla, un elfo de Luna ¿en una ciudad como Katolis? Y peor aún ¿lleno de humanos? El tan solo pensarlo le ponía los pelos de punta, sin embargo sabía que el mudarse y dejar el lugar que tanto amaba era necesario, difícil... Pero necesario. Hace unos meses sus padres le habían dicho respecto a esa posibilidad, pero jamás imagino que esa pequeña posibilidad sería una horrenda realidad. El camino era largo, impredecible y aburridisimo.

No paraba de preguntarse que sucedería, como serían las cosas, a cuantos humanos tendría que golpear por idiotas, esa clase de pensamientos no paraban de rondar hasta que llegó al lugar que tendría que llamar "casa" Pero jamás "hogar". Era una gran casa, linda, color blanco y de dos pisos, podría ser cómodo sino fuera por que al bajar del auto donde viajaba con sus padres, vio a un par de humanos quienes al notar que bajo del auto, simplemente la ignoraron no sin antes cruzar al otro lado de la calle para evitarla. La elfa solo todo los ojos con fastidio, no llevaba ni dos minutos viviendo allí y ya tenía problemas, esto no podía ser peor.

-¡Cuidado! ¡Un elfo!- grito un niño al otro lado de la calle para entonces salir corriendo.

Corrección, podría ser mucho peor.

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La noche había caído, Rayla había terminado de desempeñar y es que había empacado solo lo necesario tal como sus padres le había ordenado sin embargo, eso no quitaba el hecho de que fuese algo cansado pero no lo suficiente, miro el cielo a través de su ventana, había menos estrellas, menos nubes. No dejaba de pensar en lo hermoso paisaje de Xadia y lo despejado que era, pero ya había cambiado, ahora tendría que atenerse y aún faltaba la peor parte.

La escuela. El lugar donde muy probablemente más la apartarian.

No sería fácil, nada fácil.

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Las clases iniciarían pronto, Callum miraba atentamente su teléfono, viendo como los números cambiaban lo cual significaba que llegarían tarde si su hermano no se apurada.

- ¡Ezran! ¡Se hace tarde!

-¡Solo un minuto más! - exclamo Ezran, para entonces bajar las escaleras de su casa y unirse a su hermano- estoy listo!

-¿que tanto hacías? - pregunto Callum, empezando a caminar hacia la salida.

-empacando provisiones- dijo el pequeño, para después sacar un par de tartas de jalea de su mochila- ¿quieres?- pregunto ofreciéndole a su hermano mayor.

-no gracias, es hora de irnos- dijo el castaño empujando un poco al niño entonces ambos salieron de la casa.

Ambos esperaban en la parada del autobús que afortunadamente estaba a tan solo unas cuantas casas de  distancia, el pequeño estaba despistado, entonces otros dos chicos llegaron.

-hola Ezran! Callum- dijo una chica de pelpelo negro y ojos verdes, mientras Callum se rasco un poco la cabeza con nerviosismo.

-hola Claudia, Soren ¿que tal?

-más que listo para patear traseros- respondió Soren, golpeando su puño izquierdo con la Palma de su mano derecha- sobre todo con la llegada de la nueva vecina.

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