Capítulo 15

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Llego al edificio y mi teléfono vibra ante un par de mensajes mientras busco mi auto con la mirada. No logro verlo por lo que supongo que mi tío no ha llegado y tal vez sea él, por fin se comunicaría conmigo después de ignorar mis llamadas toda la tarde. Me estaciono en el lugar habitual pero antes de salir del auto reviso mi celular: Dos mensajes de Monique invitándome a tomar algo a su casa.

Me encantaría pero tuve un problema y no puedo hoy — respondo al mensaje y bajo del auto.

Dos minutos después recibo una llamada de su parte:

Hola, mi niña, ¿estás bien?

Si, no fue nada grave pero por ahora prefiero no salir de mí casa. — respondo mientras subo al ascensor y agradezco la existencia de este, subir esos 8 pisos por mí misma hubiera sido una misión suicida.

Oh, qué mal, la verdad tenía muchas ganas de hablar contigo.

Yo vivo en el edificio más pequeño cerca de esa cafetería ¿estás muy lejos?

Si te refieres al que tiene una enorme entrada blanca, vivo justo al frente.

— Genial, entonces te espero aquí, es el apartamento número ochocientos dos ¿vale?

¿Lo dices en serio? muchas gracias de verdad. — dice y finaliza la llamada.

No sé si quejarme o acostumbrarme a esas llamadas tan espontáneas y cortas de Monique, pero debo admitir que me agrada, también sería una buena oportunidad para hablar con alguien hoy, porque al parecer Brad ya está bastante ocupado con alguien más, aunque no lo quiera admitir.

Abro la puerta del apartamento y siento que no puedo soportar un minuto más de pie, no sé si esté siendo demasiado dramática, lo que tengo claro es el fabuloso uso que le voy a dar a la bolsa de guisantes congelados. Cojeo un poco hacia la nevera, saco la bolsa y tan pronto como llego al sofá, me tumbó en el.

Mi rodilla está algo roja y luce un poco hinchada pero aplicar frío en la zona, realmente hace una gran diferencia. Cierro los ojos e intento relajarme e ignorar como el hielo comienza a quemar, si es necesario aguantar lo haré, lo último que quiero es llegar a mí primer día de trabajo cojeando.

Escucho algunos pasos en el apartamento lo que me obliga a buscar detrás de mí. Creí estar sola, pero en cuanto lo veo es como si en mí cerebro se encendiera una pequeña luz roja ¡Alerta!

—Hola nena, ¿cómo te fue hoy?

Pero ahora no puedo pensar en otra cosa diferente, así no respondo.

— ¿Todo bien? — insiste y yo arrugo la frente.

—Por supuesto, me alegra que estés aquí después de ignorar mis mensajes todo el día. — suelto y me cruzo de brazos.

—No fue así Cam — responde incómodo ¿Ah no?

— Bradley Curtis. — digo en la misma pose.

Me mira unos segundos hasta que capta el mensaje. —No, nena — dice negando con la cabeza a la vez. —Tío, soy tu tío Brad, y te quiero mucho, ¿sabías eso?

— ¿Dónde está? — pregunto enojada, más vale que esté bien.

—Sabes que no haría nada malo, no fue mí intención.

— ¿Qué le hiciste?

—¿Te lastimaste la pierna?

— No, ¿dónde está mí bebé? — repito esta vez más enojada.

Camille: U. G. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora