Capítulo 31

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El día transcurre con normalidad entre un par de talleres que a decir verdad disfruto, algunos de los temas son cosas que recuerdo de la Universidad por lo tanto los entiendo a la perfección. Todo ha sido al aire libre y en diferentes puntos de encuentro, lo que implica escuchar a mi querida amiga maldecir bichos, a Phil sudar como nunca y a Sarah exigiendo silencio cada tres minutos.

Terminamos con una caminata donde cada quien toma el rumbo que quiere con el compromiso de reunirnos para la fogata en la noche. Que las actividades hayan terminado implican dos cosas: en primer lugar, libertad para usar mi teléfono tanto como quiera y...

—Tiempo sin hablar, Cami.

En segundo lugar, Elian está libre.

—Solo fueron seis horas, joven D.

—Así que contabas las horas, muy tierna— responde y comenzamos a caminar. —Y soy Elian, no el joven D.

—Tú me llamas Cami y no te digo nada— digo intentando seguirle el paso, necesito piernas más largas. —Nadie me llama así y es por una razón— confieso y doy inicio a la absurda anécdota donde terminé en los teléfonos de toda la escuela, suceso que básicamente no recuerdo por estar sedada, pero que alguien se encargó de difundir. Una tarde de hace un par de años en la que, por razones de la vida, me encontraba haciendo el ridículo en un parque infantil, la chica nueva dando de qué hablar, esa era yo. Casi puedo escuchar las frases y apodos tratándome como una bebé debido a ese video, la mayoría iniciaban con "Cami", sin sentido, ridículo y sin gracia.

—Cami— repite una vez termino, dulce, divertido y armónico, es así como suena cuando lo dice.

—¿Daniel, Damián, Dante, Dash?

—Ninguno, ¿te parece que Elian combina con alguno de esos?— cuestiona y yo niego, lo que solo me intriga más. —Siguiente pregunta.

—Anoche, cuando estaba hablando de mi fabuloso exnovio— digo y él suelta un bufido. —¿Tan interesante estaba? porque te veías muy enganchado a mi historia de amor.

—Historia de amor dices... Lo que me parece interesante es que es la primera vez que hablas del pasado, sin contar cuando nos conocimos.

Hago otro mal chiste sobre el tema y ambos reímos, todo normal hasta que escucho una rama quebrarse y unos pasos muy cerca de nosotros, volteo en busca de lo que sea que produzca el sonido pero no veo mucho, el sol ya comenzó a ocultarse.

Me quedo mirando un punto fijo hasta que toma forma, la cabeza de Philippe, cuando nota que lo ví me hace señas para que guarde silencio.

Esto no es gracioso, zanahoria— escucho la voz de Nathalie a lo lejos aunque no la veo.

El pelirrojo cambia de escondite y cuando sale veo que carga una roca en las manos, cuando está a un par de metros de nosotros la tira con fuerza y después suelta un grito de dolor, hay que admitir que le sale muy bien.

—¡Philippe! ¿Dónde rayos te metiste?— grita desesperada. —Carajo, te dije que no huyeras.

Me conmueve un poco escucharla así, retengo las ganas de ir y contarle que no le pasó nada cuando Elián me mira y niega con la cabeza. Si se tiene en cuenta lo mucho que lo molesta es curioso verla tan preocupada por él.

—¡Phil!— chilla una vez más y puedo asegurar que es porque ya lo vió, probablemente tirado en el suelo fingiendo su muerte o algo por el estilo, seguido de esto una sonora carcajada acompañada de burlas. —¡Eres un idiota! Con eso no se juega Philippe ¡Te odio!

Siento la mirada fija de Elián así que lo miro de vuelta, tiene una sonrisa idiota y una ceja levantada, después mira hacia abajo y yo lo imito ¿En qué momento le tomé la mano?

Camille: U. G. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora