Camille: U. G. I

Capítulo 34

—Recuérdame nunca hacerte enojar— dice bastante concentrado mientras teclea un par de cosas. —Listo, ya te envié todo lo que estaba en ese pendrive.

—Me haces enojar cada que puedes, pero nunca usaría esos programas contigo— respondo y reviso que todo esté completo para poner en marcha mi arriesgado y tal vez torpe pero único plan. —No necesito eso para sacarte información Bardem.

Él me mira con desaprobación y después se ríe. —Voy a ignorar eso solo porque quiero saber a quién quieres espiar ahora, casi se me había olvidado que ganabas dinero como hacker de segunda.

—Era muy buena en realidad, la mayoría solo quería saber si sus parejas los engañaban, lo que era muy obvio porque los chicos eran del equipo Basketball ¿qué se podía esperar?

—Ten más respeto, yo era el capitán.

—Exactamente, un grupo de chicos que jugaban con un balón y con las chicas, todos dirigidos por ti— digo recordando los escándalos a final de clase cuando una de esas chicas confirmaba una infidelidad.

—Eso dolió, yo nunca estuve involucrado en esas cosas y te consta.

—Tú preferías no tener nada serio para evitar desastres, pero no me consta, no éramos amigos en ese entonces.

—Y tú prefieres recordar esos días en lugar de contarme qué tienes en mente, está bien— se defiende y yo siento algo de culpa, le confío casi todas mis ideas, ocurrencias y experiencias a Jace porque aunque esté en desacuerdo me apoya, y cuando no, al menos tengo la certeza de que esa información está segura. Esta vez es diferente, no he dejado de confiar en mi mejor amigo pero lo conozco y sé que esta vez, si le cuento de qué se trata se va a oponer y hará lo posible para impedirlo. Y no está demás, creo que si cambiáramos lugares y me enterara de todo yo haría lo mismo.

Aún no termino de leer la investigación porque la mitad de los documentos están protegidos con una clave que llevo casi una semana intentando descifrar, de igual forma la información que tengo es muy útil y solo necesito ubicar a los responsables, por obvias razones están protegiéndose tanto como Bradley y yo, así que la forma más rápida de encontrarlos es dándoles lo que buscan, una carnada que puedan seguir y a la vez me dé acceso a ellos, aunque eso signifique que yo sea esa carnada.

—Solo es algo que debo hacer, confía en mí.

—Confío en ti pero no en tus impulsos, a veces te dejas llevar por eso— dice pensativo y sus palabras quedan rondando en mi cabeza, odio que tenga razón en eso. —Solo cuídate mucho y no me hagas viajar hasta donde sea que estés, lo digo enserio.

—No te preocupes, espero ser yo la que pueda volver, descansa Jay— me despido y él hace lo mismo, acá el sol recién comienza a ocultarse por lo que en Canadá deben ser alrededor de medianoche, no suelo llamar a esta hora pero de verdad necesitaba equiparme.

Reviso mi teléfono y encuentro un par de mensajes de Monique agradeciéndome por tercera vez el pequeño obsequio que le dí, un juego de 4 portaretratos con fotos nuestras, incluso una con Brad, me pareció una forma práctica para que ella nos recuerde y sepa que puede contar conmigo si vuelve a sentirse desorientada. Un chat más abajo está Elian, hace una semana que las cosas comenzaron a volverse bastante locas, no me quejo de cómo va todo pero debo admitir que se siente extraño y se siente bien. Abro el chat donde básicamente me cuenta lo estresante que ha sido su día, no sé qué tantas obligaciones tiene pero sé que merece descansar también, no es la primera vez que lo noto abrumado aún estando fuera del trabajo, y la selfie donde sus ojeras destacan más que el desorden en su escritorio me da toda la razón.

—Parece que ya te vas— escucho la voz de Monique cuando estoy en la cocina y por poco rompo un par de vasos. —Lo siento, no quería asustarte— dice y siento algo de culpa, no recordaba que la invité a nuestra habitual noche de películas.