Epílogo

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Ha sido un día bastante largo, entre mis ocupaciones de la Universidad y los planes con Jace he recorrido toda la ciudad, al menos puedo decir que después de esto estaré totalmente libre por un par de semanas, por ahora lo único que necesito es dormir, me siento cansada tanto física como mentalmente, luego de divagar un par de minutos al fin mis párpados comienzan a caer. Una leve presión en mi nariz hace que me cueste respirar y entonces despierto, mantengo los ojos cerrados y abro la boca para obtener un poco de aire, sé cuál es su objetivo pero va a tener que esforzarse más si quiere que me pare de la comodidad de mi cama.

—¿Mill?— escucho su voz y se me escapa una sonrisa, algún día voy a ser inmune a esta niña. Annie sigue insistiendo y esta vez mi cabello es víctima así que decido por fin abrir los ojos y cuando ella lo nota sonríe luciendo sus dientes. —¡Mills!— dice emocionada mientras me extiende sus bracitos y yo la pongo sobre mis piernas.

—¿Puedo saber quién te dio el derecho de interrumpir mi siesta?— digo y me mira frunciendo el ceño para después responder fluídamente a mi pregunta con palabras que apenas entiendo. —¿Fue papá?

—¡Andy!

—Tú papá no tiene consideración— respondo pero para ella el osito de felpa sobre las sábanas es más interesante que la conversación.

La miro detenidamente y es increíble ver lo mucho que ha crecido, todo ha pasado tan rápido que diría que todo el espectáculo del día en que nació fue hace unos pocos meses, pero no es así. Han pasado casi tres años y todo ha cambiado, después de volver a Vancouver reanude mi carrera, Jace obtuvo su título el año pasado y yo estoy a punto de graduarme también, desde hace un tiempo tenemos un proyecto en mente en el que comenzamos a trabajar, construir nuestro propio negocio. Convencí a mamá de vivir junto a la playa y se compraron dos casas, técnicamente vivo en una pero siendo sinceros me la paso en las dos, al igual que Jace quien vive al otro lado de la ciudad pero no pierde la costumbre de venir cada que puede.

Brad y Liz siguen siendo mi pareja favorita, se casaron dos meses después de que ella se mudara aquí y ahora viven en la casa de al lado. Elizabeth puso en marcha su salón de belleza en la ciudad y le va muy bien, suelo trabajar ahí en vacaciones, me encanta verlos tan unidos y apreciar lo mucho que se apoyan el uno al otro pero lo mejor de ellos dos es sin duda alguna el pequeño terremoto que le da vida a ambas casas, la misma que ahora está usando el pobre osito como carro de carreras.

Pero no puedo decir que todo ha sido perfecto, mis decisiones me siguen atormentando hasta hoy, aprendí muchas cosas y de la misma forma cambié, he tratado de enmendar muchas cosas pero aún me faltan un par.

—¿Dónde está la princesita de papá?— dice mi tío Bradley asomándose por la puerta y Annie estalla en carcajadas cuando lo ve.

—¡Andy!— grita y la sonrisa de Brad se cae un poco.

—Pa-pi, debes decirme papá— responde mientras se sienta a su lado. —No entiendo por qué sigue llamándome así.

—Cuando mamá le dice "Brandy" a papá es difícil llamarlo por otro nombre— digo en su defensa y él rueda los ojos.

—Es muchísimo más fácil que diga "papi" a que intente decir Brandy

Los dejo en la habitación y me dirijo a la cocina por algo de tomar antes de tener que salir de nuevo, para mi sorpresa Jace está ahí y me mira con desaprobación para después soltar un discurso acerca de mis responsabilidades y mis siestas.

—Pero ya estoy despierta, no es para tanto— respondo y él me arrebata el vaso.

—Tienes menos de media hora para estar lista, me llamó hace poco y me dijo que estaba en la ciudad y vendrá para escuchar tu propuesta.

Camille: U. G. IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora