Haerin [Eunhae]

Capitulo 3.

Donghae.

Me acoste exausto en mi cama, había sido unos largos días, me habían enseñado todo lo que pudieron con el escaso tiempo que tenían.

Mañana venían de nuevo aquellos hombres, en busca de una doncella.

Suspire agotado.

—Aún puede hecharme para atrás.

Mira por la ventana, el enorme y bello paisaje que las estrellas, las montañas y el bosque me ofrecían.

Era realmente hermoso.

—No donghae, ya hablaste, y dijiste que lo harías, hazlo para preservar este hermoso lugar.

Corrí a la cama nuevamente, tenía que descansar mucho, para mañana tener la fuerza suficiente para poder enfrentar todo lo que venía.

El rocío de la mañana, más lo murmurós exteriores lograron que me despertará.

—Finalmente Lee Donghae, llevamos una hora entera tratando de despertarte.

—¿Heechul-hyung?.

Bostece adormilado, aún quería seguir durmiendo en mi comida cama.

—¿Qué hora es?.

—Mas del medio día Donghae, los soldados del rey no tardan en llegar, y tú ni despierto estás.

Asentí escuchandolo sin mucho interés, hasta que entendí a lo que se refería. Salí corriendo de la cama en busca de las prendas que días anteriores heechul y los príncipes escogieron para mí.

—¿Por qué no me despertaron antes?.

Chille histérico, quitándome la ropa a mitad del pasillo para entrar a lavarme un poco.

—Será que tienes el sueño de una roca.

Hice un puchero el observarme por el agua cristalina, totalmente descuidado, tenía saliva en la comisura de mis labios, el pelo revuelto, y unas horribles ojeras.

Demonios.

Heechul no tardó en entrar, comenzando a ayudarme a cambiarme.

—Demonios niño.

Ya vestido me hizo sentarme en la orilla de la cama, donde comenzó a peinar mis cabellos.

—Heechul, ¿Donghae aún no despierta?.

Mire al gran sabio Choi siwon, mirando desde la puerta.

—Ya casi está, solo le oculto esas ojeras.

—Los soldados del rey, no tardan en llegar, apresurense.

Salió del lugar, para irse.

Los minutos corrían, y con ellos mi nervios alimentaban.

—Hyung, ¿Y si me descubren?.

—No creo que lo hagan hae, eres tan bonito como una mujer que lo dudo mucho.

—Usted también se vestirá de mujer, ¿Verdad?.

Asintió con una sonrisa aún observando que no tuviera un solo defecto.