Chapter 1

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Un día como cualquiera en la bella aldea de Suga, el sol brillaba, los pájaros cantan, los aldeanos entraban y salían del tan querido restaurante Goh-Rong donde se preparaba la comida favorita de todos, y además dos personas correteando por todo el lugar, uno siendo perseguido tratando de escapar de su "acosadora", como él la llama.

Pucca es ya una adolescente de 17 años al igual que sus amigos que han crecido mucho en estos años. Seguía tan alegre y amable como siempre, persiguiendo a su divertido amor, uno pensaría que nada ha cambiado y que siguen igual que cuando eran niños.

Que equivocado está...

La azabache logró alcanzar al joven de coletas y así le robó uno de sus tantos besos para después abrazarlo. Reía divertida mientras él solo gruñía resignado. Se escucho el gran Gong que anunciaba la hora del almuerzo de Pucca así que sin más esta se despidió como siempre para ir corriendo a por sus fideos. Mientras corría sentía una especie de alivio pues quería irse rápido de ahí. Todos los que la veían pasar la saludaban, alegres de verla, ella les mostraba una gran sonrisa como de que todo es grandioso en su vida.

Si supieran lo que pasa en las noches...

Llegó al restaurante y al entrar vio a Ching y Abbio sentados en una de las mesas, suponía que en una cita. Estos habían empezado a salir hace casi un año, Abbio por fin se dió cuenta de lo tonto que había sido al no darse cuenta de que la chica de trenzas era la indicada para él. Sentía algo de envidia al no poder tener lo que ellos tienen. No quería interrumpirlos así que siguió su camino hasta llegar a la cocina donde sus queridos tíos trabajaban tan duro como siempre al cocinar.

Lin: Hola princesa. El almuerzo esta listo. - dijo con cariño a su sobrina sin dejar de amasar.

Ho: Como siempre le agregamos un toque más especial para ti.

Dom: Solo lo mejor para nuestra niña especial.

Se sentó en la mesa de la cocina y agradeció contenta el plato que con tanto amor le habían preparado. Al terminar se relamió los labios saboreando hasta la última gota de salsa. Nuevamente agradeció y enseguida empezó a hacer sus que haceres en el local. Atendía las mesas, iba a hacer sus entregas y ayudaba a Dada a lavar los platos sucios para que estos siguieran enteros.

Al caer la noche, ya siendo hora de cerrar el restaurante, Pucca ofreció quedarse a limpiar esta vez. Sus tíos insistieron que dejara que Dada le ayude pero se negó. Así que dejaron que ella se encargara. La verdadera razón por la cual quería quedarse era que no deseaba ir a su habitación, hacia cualquier cosa para evitar entrar ahí, tenía miedo.

Ya había acabado, el lugar estaba reluciente, no había nada más que pudiera hacer, así que se resignó a subir las escaleras. Lo hacia a paso tan lento que parecía tener cadenas muy pesadas en los pies. Llegó al fin a su destino, se quedó mirando la puerta por un momento, pensando si era conveniente salir de ahí y correr lo más lejos posible.

No... Él la encontraría...

Con sus manos temblando abrió la puerta y se encontró con su cuarto totalmente oscuro con el tenue reflejo de la Luna que entraba desde su ventana. Avanzo lento y prudente, mirando a todos lados. Parecía no haber nadie así que se permitió respirar tratando de conservar la calma.

Puc: "Tal vez no venga hoy."- pensó dándose esperanzas.

Desde la ventana apareció una silueta de alguien entrando sin que la azabache se diera cuenta, pues aquella aparición parecía una simple sombra. Intentaba pensar en otra cosa mientras deshacía su peinado para dejarlo suelto y así cepillarlo. Sintió como algo se movía detrás de ella pero creyó que era su gata así que no le prestó atención.

¿? : Es de mala educación dejar a alguien esperando tanto tiempo, ¿Lo sabias? - se puso más pálida de lo que ya es y sus ojos reflejaban tanto terror. Dejó caer el cepillo. Sentía su respiración serca de tu oreja, su voz, tan demandante y atemorizante.

Estaba paralizada, no movía un músculo, esa mano se dirigía a su cuello apretando levemente pero aún así sentía que no podía respirar.

¿? : ¿Cuantas veces debo decirte que no me gusta esperar? - con sus dedos acariciaba la suave piel de su cuello, se sentía como si le estuvieran raspando la garganta. - Necesitas que alguien te corrija. - sabía de que estaba hablando pero por dentro quería pensar inútilmente que era una sus pesadillas.

Puc: Garu... Por fav- le tapó la boca evitando que terminada la frase.

Gar: También te he dicho que no hables... Jamás. - apretó su agarre dañando a la azabache y jalando su cabello hacia atrás.

La tiro al suelo quedando boca arriba y con sus brazos sujetados sobre su cabeza con una mano y con la otra acariciaba descaradamente su cuerpo.

Gar: ¿Te han dicho que eres una gran actriz? - dijo con esa sonrisa tan desagradable para ella.

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Sentía tanto asco en estos momentos pero había aprendido a apagar su mente de manera que cuando esto sucedía se iba a cualquier parte menos ahí. Las penetraciones agresivas, los manoseos duros que dejaban marcas y las mordidas que llegaban a sacar sangre. Todo esto tenía que soportar varias noches en las que el tan respetado ninja se aprovechaba de la azabache.

Guardaba las apariencias durante el día ya que debía hacerlo si no quería sufrir consecuencias peores que las que ya estaba padeciendo.

Se fue. Por fin se retiró de la habitación, como siempre sin decir nada y mucho menos sin percibir si quiera una pista de arrepentimiento en él.

Se levantó como pudo del suelo y se dirigió al baño. Llegó al lavabo donde reposo sus manos y ahí levanto la vista, lo que vio la destrozó un poco más.

Su vista cansada, casi sin vida, su cabello hecho un desastre, su piel parecía una hoja de papel de lo pálida y descuidada que estaba, sus ropas algo rotas y descolocadas. Temblando se quitó todo e hizo lo que suele hacer cuando esto pasa. Tomó de un cajón una pequeña cuchilla y temblorosa se la pasaba por sus muñecas, dolía, pero así sentía una especie de alivio, después volvió a dejar el pequeño objetivo en su lugar y tomó un largo baño en el que limpiaba cada parte de su cuerpo en busca de quitarse toda esta suciedad que sentía.

Jamás derramó una sola lágrima, no quería llorar por esto así que hacia estas cosas para desahogarse.

Salió del baño ya más calmada, se puso su pijama y entró en su cama haciéndose bolita entre las sabanas. Se quedó dormida con el pasar de los minutos.

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¿Que onda peques? Es bueno que se hayan tomado la molestia de empezar a leer esta historia.

Tenía pensado hacer algo así desde hace tiempo pero no surgía. Reuní mi coraje y publique el primer capítulo.
♡´・ᴗ・'♡

Ojalá les haya gustado. Voten y comenten que les pareció. ( ͡°³ ͡°)

Nos leemos luego 👋😘

Mi bella flor roja {Tobecca} [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora