Capítulo 3

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Cuando el trío se marcha en dirección a la residencia, Levar se da la vuelta y camina al lado de Ethan. Su mirada viaja en diferentes puntos, en busca de que la imagen de Scott salga de su cabeza. Había cambiado físicamente y se le hacía imposible no adorar de formas ridículas al deportista.

—Rin sale del hospital, sería perfecto que lo recibamos hoy —Blue dice, obviamente en la búsqueda de un cambio de tema. Aún cuando no hablan nada, es notorio el aire alrededor de ellos.

—¿Les dijiste algo, Blue? —Levar cuestiona, ignorando las palabras dichas por la crítica.

—Les dije la verdad. Eso es todo —Levar siente un sabor agridulce en la lengua, mientras Ethan se abre paso hacia la máquina de bebidas, en una búsqueda por no escuchar sobre el tema—. Es decisión de ustedes lo que suceda de ahora en adelante.

—¿Cuál es la verdad? —Ethan cuestiona, sin pensarlo, Levar observa cómo espera leche de bananas a salir.

Blue suspira.

La verdad es que Levar ha aprendido mucho de Blue. Compartió habitación con la mujer por dos meses y fueron más que suficientes como para descubrir puntos ocultos de ella que la hacen la Blue transparente a ojos del mellizo Rogers. No podría sentir enfado hacia ella, jamás.

—Que somos adultos, pero no lo suficientemente adultos y nos asemejamos a los panales de abejas, siempre en su propio eje, pero solo hace falta un roce hacia el panal, para alborotar el trabajo ya hecho, destruir partes importantes y poner alerta y a la defensiva a las abejas.

En medio del eco de sus últimas palabras, Ethan y Levar observan a Blue, las expresiones de ambos son bastante serias, no es hasta que el dúo suelta carcajadas ante Blue. Levar puede notar cómo ella inicia a suspirar, resignada hace un ademán, molesta levemente.

—Blue, ¿No puedes usar ejemplos normales, abejita? —bromea el de cabellos largos, enrollando un mechón de cabello desordenado de Blue en su dedo, la simple acción es bastante sensual, pero no causa la mínima reacción en Blue.

—Váyanse a la mierda —ella bufa, antes de alejarse.

Levar ríe levemente, dejando que toda la diversión se desvanezca entre tomas de aire, entre sensaciones que lo abrazan con asfixia, entre pensamientos que lo hace aterrizar, como si hubiese estado en un encantamiento divino. La imagen de Scott lo hace detenerse, incluso la de Poe y Angelo. Observa a Ethan, quien está tomando de su bebida, observando a Blue cruzar el pasillo, pero no necesita ser observador como para notar que se encuentra ensimismado.

—Levar...

Ethan pronuncia. Levar observa a su mejor amigo, quien no le devuelve la mirada. En esos momentos, realmente es Ethan Reed, todo de él emana seriedad, no hay ápice de broma y por más ridiculo que suene, Levar prácticamente siente que es el final de algo que no tiene inicio, entre lo ajeno y lo común.

—Lo mejor es olvidarlo —sentencia el cupido, antes de soltar una sonrisa leve y perderse por los pasillos.

¿Quién era él para contradecir a Ethan?

*
Levar despierta gracias al sonido de los golpes contra su puerta. Con la mirada adormilada, estudia la hora en su reloj y, dándose cuenta de que es temprano, suelta un gruñido contra las sábanas. Anne golpea a través de la pared, del otro lado, para pedirle algo de paz a Levar, gracias a las delgadas paredes. Había dormido tarde a la espera de Anne, pero ella hizo aparición directa a su habitación propia luego de una pesada noche con un final desagradable con su nueva novia.

Levar arrastra los pies, restriega sus ojos y se toma el tiempo debido, antes de abrir la blanca puerta del apartamento.

—Buenos días. Espero que esas grandes bolsas bajo tus ojos se deban a que has estado despierto toda la madrugada, escribiendo el reporte para la clase de hoy —Matthew se abre paso hacia el lugar.

El arte de tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora