Capítulo 2

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Las paredes que Levar observa no son las de su habitación. Los leves rayos del sol, que se van a fugar dentro de poco, se asoma por las cortinas como una de esas escenas cliché de novelas. Aviva el color de los orbes del de cabellos largos y castaños, cada cabello desparramado sobre las sábanas blancas de una cama tamaño king size. El desnudo cuerpo del estudiante universitario que cursa la carrera de abogacía, está cubierto desde la cintura hacia abajo.

Cuando Matthew entra a su propia habitación, observa a Levar. Tiene una mano extendida, jalando del caramelo envuelto en papel de arroz, lo hace despreocupado, los ojos aún adormilados, los rayos de sol en su espalda, tan frío como todas las mañanas. Matthew lleva dos cafés y los posiciona en su mesa de al lado.

—Buenos días, Levar —saluda el hombre. Diez años mayor, esa es la diferencia que separa al estudiante y su profesor—. Toma algo de café y vete a dar una ducha.

—Ya no hay dulces chinos envueltos en papel de arroz —dice, ignorando su saludo. Matthew observa la vacía caja de su mesa de noche, del lado derecho—. No vendré a follar contigo aquí si no hay dulces para el día siguiente.

—Los compraré hoy —toma su taza de café y su mirada recorre la espalda de Levar—. Parece ser que no asistirás a mi clase el día de hoy.

—Lo mismo de todos los años —bufa, se pone de pie, las sábanas de deslizan por su cuerpo y un desnudo chico camina hacia su profesor—. ¿Por qué siempre es lo mismo? Me exasperan los de nuevo ingreso —mientras lo dice, se acerca hacia Matthew, para descansar sobre sus piernas, ambas piernas al lado del chico.

Matthew ladea la cabeza, siente a Levar moverse en contra de su cuerpo, el miembro le roza el abdomen a Matthew, moviéndose y ansioso de atención en la pura mañana. No hace falta decir mucho.

—Dame los buenos días —pide el de cabellos despeinados y largos, Matthew termina otro trago de café y pasa su lengua caliente por uno de los pezones de Levar, quien suelta un suspiro—. Está caliente.

Entre pocos segundos, Levar abre las piernas sobre la alta silla, sintiendo como su miembro es envuelto por la caliente boca de Matthew, su lengua jugando en su glande, el frío cuando sale de la boca. El chico bebe de su café, son las seis de la mañana y entre café y gemidos, Levar amanece, en una realidad de contacto físico placentero y agonizante.

Luego de una mamada mañanera, los vidrios del baño de Matthew se empañan. Levar se cepilla los dientes, mientras observa al mayor salir del baño, con una toalla alrededor de su cintura y una fragancia masculina de jabón y loción.

—¿Estás listo?

—Mhm —Levar coloca su cepillo de dientes en su lugar—. Me voy. Esta noche no vendré aquí y tampoco me llames —anuncia y advierte. Matthew sonríe suavemente, observando a su indomable amante—. Y compra mis dulces.

—Te llevo en mi auto —ofrece. Levar niega.

—No. No jodas, Matthew —bufa. Matthew alza ambas manos al aire con una sonrisilla en su boca—. Hombre, tienes mierda en la cabeza. Siempre tan despreocupado, incluso hablamos de tu trabajo.

—Eres el mejor amante que he conseguido en todos mis años, no me perdería tu indecencia nunca. Es lo que me gusta de ti, niño quebrado.

*
—Dime que Ethan viene contigo —Blue pide, a nada de que Levar se adentra al campus y al centro de estudiantes del comité universitario. Ella se ve un poco mejor que todos los días—. No ha llegado.

—No viene conmigo, Blue —responde algo hastiado. Buen día con Ethan... imposible—. ¿No pasaste por su apartamento?

—¿Por qué tendría yo que pasar por su lugar? —ella frunce el ceño. Jown llega a su lado, con una bebida desconocida para Levar, pero Blue toma la mitad de golpe, mientras Jown se asegura de que lo haga bien—. ¿No le dijiste que estuviera aquí a una hora?

El arte de tu recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora