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Hice una mueca ante el vestido celeste y el saco bordó que me obligaban a usar, simplemente horroroso. Por lo menos mis Converse seguían en mis pies.

El lugar estaba lleno de monjas que no nos quitaban los ojos de encima en ningún momento, los guardias también merodeaban por ahí asegurándose que todo estuviera justo donde ellos lo querían.

Las terapias con tarjetas pintadas con acrílico negro, dando forma a tus peores pesadillas ocultas en tu mente, la droga que te daban disfrazada por golosinas, una loca obsesión por Dios, expedientes de cada persona interna, una habitación compartida, camas con un colchón bien fino para que puedas sentir las maderas y comidas horribles que ni siquiera sabes qué son.

Todo era más incómodo si le sumamos que los mismos guardias que me arrastraron hasta aquí, que me inyectaron un tranquilizante contra mi voluntad, siempre estaban mirando. Durante toda la semana no he podido dormir tranquila.

Ne senté en la cama dando un suspiro. Betty quería investigar, decía que era lo único que podíamos hacer. Yo quería escapar lo más rápido posible. La habitación estaba silenciosa, solo estaba yo, todavía no tenía compañera.

Y realmente lo prefería así. La compañera de Betty está totalmente loca, bueno...totalmente drogada. Se llama Nancy, sus ojos grises siempre están perdidos y si no está callada susurra cosas sin sentido.

A Betty le agrada, dice que nunca le hace preguntas sobre por qué tira sus golosinas o por qué revisa toda la habitación.

—¿Cómo estás, compañera?— Esa voz... Saqué las manos de mi rostro.

—¿Ethel?— La chica llegaba con una bolsa de tela bastante grande y un corcho.

—La misma.— Dejó el saco en la cama desocupada frente a mí.

—¿Qué haces aquí?

—La hermana pensó que te haría bien estar acompañada por alguien que conoce el sistema de aquí teniendo en cuenta tu expediente.— Colgó el corcho en la pared de su ahora lado de la habitación.

Estupendo, no hay mejor compañía que la de Ethel Muggs ahora que tiene lavado el cerebro.

—¿Lo hiciste en la clase de arte?— Señalé el corcho sin mucho interés.

—No. Es mi collage de guerra. Es una compilación visual de mi destino.

Cerré los ojos y los abrí alzando las cejas mientras asentía.

—Así manifiesto mis metas.

Cuando Betty lo diga, usamos la puerta del sótano que usó Veronica para sacar a Cheryl y nos largamos... Espero que sea pronto porque no podré aguantar mucho más.

—El Rey es maravilloso.

—¿Qué?

—Desde que llegué aquí, hemos tenido unas hermosas conversaciones.

—¿Has hablado con el Rey Gárgola en persona?— Fingí entusiasmo.

—Sí, somos muy cercanos.

Mis ojos se abrieron como platos.

—Eso es increíble. ¿Me lo podrías presentar?

—No. Eso lo hace la hermana Woodhouse— sonrió—. Las hermanas nos llevan a la guarida del Rey Gárgola como castigo. Las demás le tienen miedo, pero yo no.

—¿Y dónde está su guarida?

—No te lo diré. Eso lo hace la hermana Woodhouse.

—Pero podrías ahorrarle trabajo si me lo dices tú.

DARKNESS | RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora