{047} Contenido sensible

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⚠️ADVERTENCIA⚠️: En este capítulo será tratado el abuso, un tema fuerte. Si a usted le afecta este tema saltear el capítulo, por favor.

Me puse de pie rápidamente mareándome en el intento. Todo mi cuerpo se tensó al ver al Rey Gárgola frente a mí, tan real...

Parecía estar acercándose, pero en un abrir y cerrar de ojos lo único que había frente a mí era una mísera estatua.

Cada vez que pestañeaba la imagen cambiaba, me estaba volviendo loca. Debían ser los efectos de la droga, pero... ¿Cuál era la realidad?

Tal vez mi cerebro estaba intentando buscar una solución lógica, la droga me hacía imaginar la estatua y el Rey Gárgola era real.

Pero eso era imposible... ¿Cierto?

Me deslicé por la pared a unos metros de la puerta, atraje mis piernas a mi pecho y me tapé la cara con las manos. Estaba asustada, asustada de lo que mi cerebro podría estar causando...

A Betty también la habían encerrado aquí, le habían lavado el cerebro.

Estaba sola en un lugar lleno de gente drogada y adultos locos en contra de mi voluntad, sin libertad alguna... Extrañaba tanto a Jughead. Tenía tantas ganas de poder mandarle un mísero mensaje preguntándole por su día, por lo que había comido, por su historia. Las llamadas por la noche, lo extrañaba todo, hasta lo más mínimo. Me moría de ganas de decirle que lo amaba, de resolver algún misterio con él...

Pero ni siquiera sabía cómo sacaría a Betty de aquí. Ni siquiera sabía cómo hacer para que Betty estuviera a salvo. Ni siquiera arriesgándome podía hacer que ella se mantuviera a salvo.

En estos momentos creía que nada me podía hacer sentir más inútil de lo que ya me sentía...que equivocada estaba.

No supe cuánto tiempo estuve en esa posición. Mis piernas estaban dormidas, mi garganta estaba seca, para mis brazos mi cabeza ya pesaba y estaba a punto de dormirme, pero sabía que los efectos de la droga seguían presentes porque la cabeza seguía dándome vueltas y me seguía sintiendo débil.

El lugar se sentía cada vez más frío y húmedo, como si estuviera enterrada seis metros bajo tierra. El saco bordó no estaba cumpliendo con su trabajo, me estaba helando, o al menos así se sentía.

El ruido de una de las puertas de madera abriéndose llegó tarde a mis oídos, para cuando saqué mi cabeza de mis manos el hombre ya había cerrado la puerta detrás de él.

Algo andaba mal... era uno de los sujetos que me habían traído aquí. Alto, debía medir 1,90 por lo menos, estaba en forma, su cabello negro era corto y estaba peinado hacia la izquierda, y sus ojos cafés me miraban con una sonrisa en sus finos labios.

Una opresión comenzó a crecer en mi pecho mientras un nudo se formaba en mi garganta. ¿Ganas de llorar? ¿Miedo? Tal vez una mezcla de ambas.

Empecé a retroceder hacia el interior de la sala cuando el comenzó a acercarse. Me empujaba con mis talones sin quitarle los ojos de encima, aunque sabía que de nada serviría. En algún momento la habitación se acabaría y mi espalda chocaría contra la pared.

Eso fue exactamente lo que sucedió luego de unos momentos de agonía. El hombre se acuclilló frente a mí y corrió un mechón de cabello de mi rostro.

-Déjeme en paz.- Mi voz sonó apenas audible entre mi garganta seca, el nudo en ella y mis ganas de llorar.

-¿Te han dicho lo linda que eres?- Su voz era grave.

Acariciaba mi mejilla con su mano derecha, cuando intenté apartar el rostro tomó mi barbilla y me obligó a mirarlo. Una sonrisa asomaba de sus labios mientras que los míos temblaban.

DARKNESS | RiverdaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora