12.

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A penas un día en el hospital y ya estoy fuera.

El doctor me recetó algunas pastillas para controlar las convulsiones –en caso de que las tuviera–, mencionó que me si funcionaban tal y como debían, me harían dormir hasta diez horas. También unas cápsulas especiales para migrañas tan fuertes como las que solía tener y reposo en la semana que me quedaba de vacaciones.

Lo que me gustaba de salir del hospital es que nunca me iba sola, siempre estaba alguno de mis papás y mis hermanas. Además, solían apapacharme demasiado, comprándome un helado o lo que fuera que quisiera, pero a mí no me gustaba aprovecharme de la situación.

El camino de regreso a casa fue silencioso, la radio estaba encendida pero como si no lo estuviera. Nadie habló al respecto de lo que me había pasado, ni siquiera preguntaron si me sentía mejor. Yo iba en el asiento del copiloto mientras mi papá conducía y mis hermanas en los asientos de atrás; mi mamá se tuvo que ir en cuanto nos avisaron que me darían de alta esta tarde.

Al llegar a casa el reloj de la sala marcaba las cinco y treinta y cinco, mi papá entró a la cocina para tomar un vaso y llenarlo de agua mientras mis hermanas corrían a la segunda planta. Por un momento me sentía sola, pero en mi hogar. Tampoco me preguntaron si tenía hambre o si quería descansar, así que acaparé el sofá de la sala y encendí el televisor.

Intentaba encontrar un buen programa durante las vacaciones, la mayoría me parecían detestables en estas fechas por una extraña razón, y cuando las clases iniciaban, los canales estrenaban las mejores series, como si lo hicieran a propósito para distraerme de mis estudios.

No había visto a Ashton desde el día de ayer, ni siquiera recuerdo cómo fue que llegamos al hospital, o si fue él quien me llevó o tuvo que llamar a mi papá o incluso a una ambulancia. No sabía si se había quedado a esperar noticias mías y se fue al anochecer o si le informaron que ya estaba bien y en casa para hoy. Tal vez él había estado tan asustado como yo la primera vez, o tal vez estaba enojado y yo no lo había llamado.

Tomé mi celular y escribí:

"¿Dónde estás? Quiero verte…"

 

No esperé demasiado, el móvil sonó al cabo después de dos minutos:

"En casa, es decir, con mi tía. ¿Podríamos vernos más tarde? Estoy un poco ocupado. L

PD: ¿Ya estás en tu casa? Espero que te sientas mejor."

No quería exagerar las cosas, pero sus palabras las sentía muy frías…

"Gracias, está bien.

¿En dónde nos vemos?"

Tenía esperanzas de que la razón por la cual estuviera ‘muy ocupado’ fuera algo importante, porque ese no sonaba como el Ashton que yo conocía, con el que me mandaba mensajes… con el que era mi novio.

"En tu casa a las diez.

Te quiero, no lo olvides."

Al menos sus últimas palabras me consolaban, quizás solo eran alucinaciones mías, quizás tantas sustancias en mi cuerpo ya me hacían daño, o no lo sé.

Una vez en enero. [fanfic w/Ashton Irwin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora