Prólogo.

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Estábamos de nuevo aquí.

31 de diciembre, las once con cincuenta y ocho de la noche, a punto de terminar un año para empezar otro con nuevos propósitos, nuevas metas, con más energía y menos pereza, tratando de dar lo mejor de nosotros.

Rodeando a mi abuela en el centro de la pista en la cochera de su casa, reunidos todos mis tíos, mis primos y amigos de por aquí cerca, nos turnábamos para tomar un micrófono y decir unas palabras de aliento a los demás, ya sea deseándoles un feliz Año Nuevo o esperar verlos el siguiente año.

Todos ellos vivían aquí, mientras mis hermanas, mis papás y yo vivíamos lejos, en otra ciudad; pero cada diciembre viajábamos mis hermanas y yo a pasar las fiestas con ellos. Mi mamá a veces venía, a veces no por cuestiones del trabajo. Y mi padre… bueno, ellos se separaron hace años, desde que yo tenía siete, así que no lo contábamos mucho aquí y sus padres (mis abuelos) habían fallecido cuando él era adolescente y no mantenía mucha comunicación con sus hermanos.

Esta vez mi mamá no nos acompañó. Pero no hacía mucha falta porque, todas mis tías eran muy serviciales con nosotras. Nosotras nos hospedábamos en casa de mi abuela, quien vivía prácticamente sola con uno de mis tíos en cama, enfermo; y ellas venían todas las tardes por nosotras para salir a pasear con mis primos o ir a comer.

A veces deseaba vivir aquí, en esta ciudad pequeña, tranquila, en casa de mi abuela con su deliciosa sopa, las tardes escuchando canciones antiguas en la radio, los domingos ir a la iglesia por la mañana y en la tarde reunirnos con nuestros primos en su casa. Pero también extrañaría mi casa, la vida que llevaba en la ciudad donde nací, a mis amigos, la escuela e incluso las calles por las que pasaba todos los días después de estudiar.

Regresé a la realidad. Estaba aquí. A una persona de tomar el micrófono y dar un pequeño discurso antes de que dieran las doce en punto.

Mi hermana fue quien estaba a mi lado y me entregó el objeto luego de que todos brindaron ‘¡Salud!’ a sus palabras. Ella dibujaba una sonrisa y yo no la pude imitar. Para ser sincera, estaba muy triste y no porque mi madre no estuviera con nosotras, eso no era novedad; sino por tantos problemas que me agobiaban a tan corta edad.

Tomé aire, le di una fugaz mirada a todos a mí alrededor y dije:

─ ¿Saben? A pesar de que soy una de las más jóvenes en la familia, es posible que no me cuenten para el próximo año. Una semana antes de venir aquí, el doctor me dijo que el tumor está creciendo demasiado rápido y una cirugía es muy riesgosa, pero lo intentará para cuando yo regresé en enero –dije sin mucho remordimiento en sus reacciones, tan fría como mis palabras–. Pero de verdad, de verdad espero que todos ustedes estén aquí el próximo año, aun sin mí –ablandé mi semblante y sonreí–. ¡Feliz Año Nuevo, familia!

Ellos se quedaron perplejos por unos instantes, pero al notar que a mí no me afectaba en lo absoluto, brindaron junto a mí y escuchamos las campanas de la media noche, anunciando que un año nuevo había comenzado.

Todos nos abrazamos y celebramos en armonía, mis primos salieron a la calle a lanzar los fuegos artificiales mientras mis tías se encargaban de preparar la comida en la cocina para llamarnos a cenar. Todos se dispersaron en diferentes direcciones de la casa, excepto mi abuela, quien tomo asiento en una silla de la cochera abierta. Yo la miré y me acerqué a ella, como si me llamara con tan solo la mirada.

Me senté a su lado y esperé a que hablara.

─ Sé que tu mamá no está ahora aquí y tal vez eso te hace sentir más triste, pero sabes que nosotros somos tu familia y siempre te vamos a querer, como a tus hermanas también. –su voz era débil entre todo el escándalo, pero la pude escuchar perfectamente bien.

Una vez en enero. [fanfic w/Ashton Irwin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora