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Había pasado un largo tiempo desde que se había sentido así, este sentimiento de tristeza, anhelo y nostalgia no eran los mismos sentimientos que sentía cuando pensaba en su madre, eran incluso mucho más profundos y complejos.
Es como si añorara ver a alguien, alguien que había estado esperando por mucho tiempo.

Todo esto había comenzado cuando era niño.

Flash back

Un pequeño se encontraba a las orillas de un lago congelado jugando con una pelotita, su madre lo vigilaba a lo lejos desde la ventana de la casa, al menos hasta que tuvo que perderlo de vista unos minutos para terminar de preparar el almuerzo.

El pequeño Hyoga jugaba al arrojar la pelotita en el aire y después atraparla, sin embargo, quizá debió arrojarla con mucha fuerza ese día, pues la pelotita terminó en medio del hielo del lago.
El niño bien pudo hacer lo más lógico, llamar a su madre y que ella lo ayude a recuperar su juguete, pero no sabía que pasaba por su cabeza que creyó buena idea adentrarse al lago solo para recuperar la bolita.

Su madre reiteradas ocasiones le había dicho que jamás camine sobre un lago congelado, y no precisamente porque era un lugar resbaloso y podrías caer y facturarte, sino por lo traicionero que era el hielo. En cada lago congelado había partes más delgadas que era preferible evitar, y por eso tuvo que caminar con cuidado y pisar sin aplicar mucha fuerza para evitar esos lugares.
Estaba a mitad de camino y hasta ahora tuvo suerte, la pelotita estaba prácticamente a un paso, entonces la tomó y cuando se dió la vuelta para irse notó como una gran grieta se formaba bajo sus pies. Ni siquiera tuvo tiempo para reaccionar cuando ya estaba en el agua congelada del lago.

¡Mamá! — Gritó el pequeño completamente asustado.

Hyoga no sabía nadar y mucho menos sabía hacerlo en el agua fría, por lo que intentó aferrarse al hielo para no caer.

— ¡Hyoga! — Gritó Natassia horrorizada al ver como su hijo estaba en medio del lago luchando por mantenerse a flote.

Ella sólo se había distraído unos minutos y ahora la vida de su hijo estaba en riesgo.

El pedazo de hielo del cual Hyoga se sostenía se rompió, su ropa invernal era pesada así que fueron sólo cuestión de minutos para que el peso lo arrastre al fondo.
No importaba cuanto luche, era inútil ya que el agua estaba tan fría que sus músculos le dolían y el peso de sus abrigos le impedía flotar.
Solamente podía ver como el agujero por el que cayó cada vez se iba alejando y la obscuridad lentamente lo iba consumiendo todo.

De pronto, sintió unas delgadas manos cálidas tomar sus mano, una presencia muy cálida y gentil estaba junto a él y un suave calor envolvió su cuerpo. Quiso mirar y gracias a la poca luz que entraba por el agujero notó el rostro de una mujer que le sonreía, ella tenía el cabello tan rubio como el oro muy corto y sus ojos eran azules, tan azules que el océano mismo podría llegar a sentir envidia. Esa misteriosa chica impedía que el pequeño siguiera hundiéndose.

La mujer movió sus labios intentando decirle algo, Hyoga por un momento creyó entender:

“Ayudame a encontrarlo”

Al menos eso fue lo que entendió. El aire comenzaba a faltarle hasta que finalmente no pudo más y perdió el conocimiento.
Cuando despertó estaba en el hospital, su madre lloró de felicidad al verlo despierto y aparentemente a salvo. Desde ese día, cada vez que recordaba el rostro de su misteriosa salvadora comenzaba invadirlo un sentimiento de tristeza, anhelo y nostalgia.
Nunca hablo de ese día, jamás le contó a nadie lo que vió y ni siquiera su madre se atrevió a mencionarlo por pensar que quizá haya sido un momento muy traumático para su hijo, que de verdad lo fue, y no quería asustarlo ni preocuparlo.

My Dear Persephone - Shun/Hades x HyogaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora