— ¿Y piensas tú que puedes intimidarme? — cuestionó Hades, quien ahora mantenía esa sonrisa de cinismo en su rostro.
Acto seguido las manos de Shun rodearon la cintura del ruso para atraer el cuerpo ajeno al suyo, Hyoga trató de apartarse con todas sus fuerzas, después de todo Shun nunca fue el más fuerte físicamente a comparación suya, pero el agarre era tan fuerte que pudo sentir con claridad como sus uñas se enterraban intentando penetrar su piel a través de la ropa. Su agarre le provocaba un inmenso dolor y aun así intentó luchar con todas sus fuerzas para liberarse, pero entre más lo hacía la otra persona ejercía mucha más fuerza, si seguía al ritmo actual era seguro que terminaría con la columna fracturada o algo mucho peor; finalmente dejó de luchar pero permaneció alerta ante cualquier cosa que pudiera hacer el dios del averno, si algo su madre siempre le contó fue que en el diablo jamás se debe confiar.
—Te lo diré una vez más y espero me escuches, yo no quiero hacerte daño y estoy seguro que no querrías hacerme daño a mí ya que si lo haces dañarás a Shun ¿verdad? ¿Realmente quieres cargar con eso en tu conciencia? — le preguntó a medida que su rostro se iba acercando al del ruso.
— ¿Y por qué he de creerte? ¿Qué puede asegurarme que no tratarás de asesinarme cuando tengas la mínima oportunidad? Eres el dios del inframundo, sólo un vil mentiroso y yo no pienso caer en tus malditas mentiras — exclamó furioso el rubio mientras intentaba hacer un último intento por liberarse.
—Jamás sería capaz de ponerte una mano encima y lo sabes muy bien ¿Acaso olvidas que has estado conmigo desde la era del mito? Lo juré ese día, jamás te dañaría mi amada — afirmó el Hades, quien ahora su rostro había cambiado repentinamente borrando su sonrisa de cinismo y siendo reemplazada por una expresión mucho más cálida, casi como si contuviera las lágrimas y eso se podía leer en el todo de su voz que amenazaba con quebrarse en llanto.
— ¡Yo no te conozco! No soy Persephone — dijo Hyoga sosteniendo nuevamente la idea de no ser la que alguna vez fue la esposa del dios del inframundo.
Pero aun insistiendo en no saber nada en absoluto sobre Persephone, Hades parecía más ansioso y su cosmos se elevaba a tal punto de hacer que Hyoga se paralizara por el pesado cosmos que emanaba el dios del inframundo.
—Entonces te llevaré conmigo al inframundo y te haré recordar, volverás a estar conmigo y todo será como antes, nadie nos va a separar ya más ni siquiera tu madre Demeter — aseguró Hades quien ahora rodeaba por completo la cintura del caballero de cisne.
— ¡No! ¡Ya te dije que no soy Persephone y no voy a ir a ninguna parte contigo! — espetó Hyoga, quien para este punto estaba más que molesto por la insistencia de Hades.
No importaba cuanto proteste o lo intente, Hades simplemente parecía no escucharlo y sostenía que él era su amada Persephone; Hades ahora ya había tomado una decisión, la revancha contra Athena podía esperar pero sus deseos de volver a llevar a su reina al inframundo no podía esperar.
— ¿Dime cuanto tiempo llevas allí Minos? — Hades miró fijamente hacia un punto entre los árboles.
Hyoga volteó y lo que vio le heló la sangre, era el mismo espectro que había enfrentado en el inframundo, que se supone había muerto o eso fue lo que le pareció observar ¿Qué hacía aquí? ¿Acaso no murió? Miles de preguntas pasaron por su mente, no cabía duda que en verdad el ejército de Hades había vuelto a la vida.
— Llegué hace sólo unos minutos, mi señor ¿qué es lo que hace con una escoria de bronce? ¿No desea que yo me encargue de él? Puedo deshacerme de esa peste en sólo unos minutos — el juez de grifón caminó un par de pasos para dejarse notar —aunque no puedo asegurar que sea rápido, usted sabe que es más divertido mientras siguen con vida — declaró el noruego al esbozar una sádica sonrisa de sólo imaginar cómo se divertiría en torturar al caballero de rango inferior que se atrevió a humillarlo en sus dominios.
—No, ni tú ni nadie le pondrá las manos encima a mi querida Persephone; así que atrévete a ponerle una mano encima y sufrirás terribles consecuencias por hacer enfadar a tu propio dios ¿entiendes Minos — amenazó Hades y en prueba de conminación elevó al máximo su cosmos sólo para dejarle en claro a su juez que hablaba completamente enserio.
—Persephone ¿eh? Vaya que interesante; mil disculpas mi señor, no volveré a ser tan imprudente con mis palabras — respondió con tranquilidad el juez; sonrió para sus adentros al oír la afirmación de que el caballero que lo había humillado era su desaparecida diosa.
Habían pasado siglos y siglos desde la última vez que había escuchado ese nombre, podría decirse que tenía historia con la diosa de la primavera y el que ahora su señor Hades afirme que el alma de ella estaba dentro del caballero que lo humilló lo hacía miles de veces más divertido.
—Minos, te ordeno llévanos ante Pandora ahora mismo, aquí he terminado — ordenó el dios, quien no soltó ni un sólo instante al ruso.
—Pero mi señor ¿qué ocurrió con el plan de atacar a Athena por la espalda? — cuestionó el noruego sin comprender para nada el repentino cambio de planes de su señor.
— ¿Piensas cuestionarme? Sólo obedece que yo no he pedido tu opinión — espetó Hades.
— ¡Ya dije que no soy Persephone y no pienso ir a ninguna parte! — protestó el rubio.
Pero una vez más Hades no lo escuchó e incluso Minos ignoraba por completo las protestas del caballero. Shun lo tomó del mentón y lo obligó a encararlo, Hyoga intentó resistirse pero poco podía hacer, el pesado cosmos del dios del inframundo lo paralizaba, así que cerró los ojos esperando que el otro hiciera lo que tuviera que hacer y lo deje en paz; Hades al ver que ya no ponía más resistencia acarició suavemente el labio inferior del rubio con su pulgar, simplemente no pudo resistir mucho más y posó sus labios sobre los del caballero de cisne.
— Como ordene mi señor — Dijo el noruego mientras veía con recelo como su señor Hades besaba deliberadamente al caballero de bronce.
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My Dear Persephone - Shun/Hades x Hyoga
FanficDespués de la derrota de Hades ocurrió un gran desequilibrio con las almas de los difuntos, al no haber lugar al que pudieran ir a pagar sus pecados quedaron condenadas a vagar eternamente por la tierra. Zeus, al ver esto decide usar todos los medio...