Capitulo 31

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Capitulo 31: Hielo roto

Otra vez aquí. El lugar donde crecí, donde fui feliz gran parte de mi vida. Mi segundo hogar. Por mi mente rondaban demasiadas ideas y pensamientos en los que todo se reducía a una cosa: volver. Volver a patinar, volver a ser conocida como la chica de fuego, volver a ganar y a llevar mi apellido al triunfo con el orgullo de ser una Collins.

Decidí colocarme los patines que yacían al lado mío y adentrarme hacia la pista vacía. Opto por patinar solo un rato, es pasajero solamente. Patinar e irme hacia lo de Aiden. Coloque la música desde mi celular, que mejor que "Ángel by wings" de Sia. Recuerdo que con esta canción, pude ganar los regionales, con una exitosa rutina. Me pregunto ¿Dónde habrá quedado el éxito en mi? El triunfo.

Giros simples pero elegantes se hacían notorios, saltos que a la vista de cualquiera pueden parecer difíciles de hacer, pero cuando lo intentas, te das cuenta que subestimaste mucho la situación. El primer salto con el que me sentía realmente segura fue el lutz, que es un salto picado, logras impulso mientras comienzas a girar con la pierna libre. Luego decido hacer uso de uno de los mas fáciles, el salto flip, que es similar al lutz aunque utilizando la parte interior de la cuchilla. Cuando sentí no sonar mas la música, decidí detener mi entrenamiento.

El sonido de un aplauso resonó en el lugar haciendo eco. Mi vista se fijo en una señora grande, que vestía realmente costoso y que se tenia centrado en su rostro una mínima pero significativa sonrisa. Sabia perfecto quien era. Aquí, en el mundo del patinaje olímpico e internacional, esta mujer es vista como una de las mejores y conocidas entrenadoras que puede tener un patinador. Todos los adolescentes y niños que empiezan en este mundo, quieren y anhelan que los entrene esta mujer. En otras palabras Rose Miller es Dios en el mundo del patinaje.

— ¡Bravo! Lo que mis ojos acaban de ver fue talento puro. Una excelencia, que hace tanto no veo. —rompió el frio silencio aquella mujer. Sabia lo que me querían decir sus ojos. —Collins... ¿Qué te trae por esta pista?

—Quería volver a sentir como era patinar una vez mas. —confesé.

—¿Sabes lo que quiero yo? —pregunto esperando mi respuesta para que ella misma luego conteste su pregunta.

—Ilumíname.

—¡Quiero que seas mi próximo triunfo olímpico! —alzo el tono de voz emocionada por su desquiciada idea.

—Gracias por la increíble oferta, pero mi respuesta es no. —respondí sin dar mas detalle para luego agarrar mis patines pero soy interrumpida por la misma voz.

—¡Ningún Collins es cobarde! —cito aquella afirmación que muchas personas piensan acerca de nuestro apellido. Voltee a verla, colocando los ojos en blanco ante su frase. Supongo que la gente espera muchísimo del apellido Collins. No es un simple apellido, es el poder deseado en este mundo.

—Es que tu no entiendes Miller, no puedo ir a los Juegos Olímpicos sin hacer un perfecto Axel triple.

—Lo se Nicci. Y no te hubiera pedido que entrenes conmigo, sin antes asegurarme de que lo puedes hacer. Cariño, se que tienes miedo, se que estas asustada. Pero con el temor no se gana en la vida. Antes de ese internacional, tu entrenamiento se baso en puros saltos triples Axel. —se quedo en silencio unos segundos, pensando en si hablar o no. —Usualmente no me gusta aumentar el egocentrismo de los patinadores, pero en este caso es vital. Nicci, no fue tu culpa caerte intentando aquel salto. No fuiste tu, fueron tus patines.

—¿Que? —murmure confundida. ¿Mis patines? No... no puede ser. No puede ser que sea lo que este pensando, de seguro son alucinaciones mías.

—Luego de todo el drama, yo revise tus patines. Y me pude dar cuenta que no estaban en buen estado. Además de tener cuchillas un poco desafiladas, alguien cambio el freno de tus patines para que cuando desees frenar no puedas. Sin freno sabes perfecto que es imposible hacer un Axel triple bien, yo no puedo imaginar como hiciste la mitad de la rutina perfecta. Teniendo esos patines en un terrible estado. — ¿¡Que!? ¡Imposible! ¿Cómo pude no darme cuenta?

—Pero...

—Pero estabas tan centrada en las ambiciones de tus padres, la presión de todos tus conocidos y el camino hacia la gloria, que no te diste cuenta de nada mas que no sea tu rutina. Y eso es la consecuencia de que todo este tiempo te estuviste culpándote a ti misma por no ser el orgullo olímpico Collins. —interrumpió ante mi desconcertacion . Por parte mía no salían palabras, no sabia que decir. Ni siquiera podía asimilarlo.

Un silencio se formo en el frio lugar, lo que fue la causa para que Rose prosiga hablando.

—Se que es mucho para asimilar pero quiero que sepas que las dos terminamos ganando. —detuve mi mirada fijamente en ella, esperando expectante a que continuara hablando. —Tu, ganas los juegos olímpicos a los diecinueve años, no solo te conviertes en el orgullo Collins sino en la gran promesa mundial del patinaje sobre hielo. Y yo, no solo voy a convertirme en la reconocida mujer que entreno a una Collins sino... la fama me va a llover y los millones claro.

— En otras palabras... lo haces por conveniencia. —murmure ante su tentadora propuesta.

—Cariño, la vida no es solo ambición y dinero. La vida también es convenio y beneficios. Asi que cuando lo decidas, espero que no me decepciones, llámame. —me tendió una pequeña tarjeta donde yacía su contacto junto a su numero, para luego irse de este lugar. No hacia falta pensarlo ni un segundo, lo que tanto anhelaba se podía cumplir en este preciso momento y todo gracias a la reputación de mi apellido.

— ¡Espera! —interrumpí su huida. —Acepto, quiero que me entrenes, con perfección y disciplina. —hable rápidamente sabiendo a que me estaba adentrando. La mitad de mis días estarían basados en entrenar dificultosamente para lograr una rutina perfecta y esperar con confianza que logre entrar en el seleccional. Y de allí... solo hace falta aguantar la presión, el cansancio y la exigencia de ser una patinadora. Y claro, disfrutar de la gente que cree y confía en ti.

—Sabia que hacías culto a tu apellido. Un Collins, nunca se deja desafiar por alguien, sin su orgullo presente. Que dices Nicci, ¿Estas lista para patinar hacia la gloria? —un segundo basto para pensar hacia que me estaba adentrando.

—Estoy lista. —respondí, llevándome una sonrisa de felicidad por su parte. El orgullo Collins se esta acercando de nuevo. Y esta vez, para quedarse.

Luego de aquellos minutos de felicidad y tranquilidad por mi decisión, decidí irme hacia el lugar que tenia propuesto. Mi cita con Aiden. Como no era mucho el camino hacia la casa de el, opte por caminar haciendo admiración de la bella y tranquila naturaleza.

—Llegue. —grite sonriente por mi puntualidad para que me escuchara. Al ver como me abría la puerta Aiden, al notar su ceño fruncido en confusión, hable. — ¿Qué sucede? Estas raro.

—No sucede nada, solo estoy confundido. ¿Qué haces aquí Nicci? —pregunto desconcertado.

— ¿Cómo que que hago aquí? Hoy tengo cita con mi querido psicólogo minimalista. ¡Tu! ¿Seguro que estas bien? —hable divertida.

—Nicci, se que soy tu psicólogo. Pero no te hago mas falta, estas curada cariño. Ya no me necesitas.

—Espera ¿Que? ¡No! Si te necesito, hoy acepte una oportunidad importante. Volveré a ser la figura mundial del patinaje. ¿No es mas razón para necesitarte?

—Nicci, cariño. Tu viniste a mi ayuda para superar un trastorno alimenticio, nada mas. Lo hiciste, con mi ayuda te sanaste. Y estoy muy orgulloso por ti. Pero para lo del patinaje no me necesitas, eso es solo parte de tu decisión. Yo no puedo intervenir allí.

—Asi que ¿Esto es un adiós? —murmure en tono triste junto a una mueca de desagrado.

— Un adiós al psicólogo, podemos seguir siendo amigos. —sonrió. Tiene razón, es hora de empezar a soltar personas y cosas. Es hora de empezar de nuevo, esto es una oportunidad. Una oportunidad que claramente no puedo desperdiciar, no como que me llamo Nicci Collins.

—Bien, seamos amigos. —le devolví la sonrisa. Todo iba de bien en mejor, por ahora.

Pero... no todo en la vida es perfecto. Y eso me lo va a terminar demostrando la vida misma. Si algo puedo decir como una Collins es que... "Nunca creí en lo perfecto, pero siempre le fui fiel al destino y sus circunstancias."

Apariencias Engañosas •Completa•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora