Parte 31

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Pasaron el resto del día tranquilas, Maléfica, Mérida, Elsa y Alison ni siquiera volvieron a hablar con Clarice pues trataban de no levantar sospechas de nadie; Clarice por su parte, continuó a lado de la reina de corazones (una vez que despertó de su siesta), puso todo su esfuerzo en guardar las apariencias, aunque no era difícil para ella, después de todo le gustaba estar en el país de las maravillas.

Aunque todas trataron de mantenerse tranquilas, Alison estaba algo preocupada, no solo porque estaban cerca de realizar a medias un plan peligroso, sino por el comportamiento frio de Clarice, pues no hace mucho le habían dicho quién era ella en realidad, y aunque se había sorprendido en el momento, ahora parecía completamente indiferente, no podía distinguir si solo estaba fingiendo o si realmente no le importaba nada, esa incertidumbre la angustiaba, ya que creí que si seguía así podría elegir no volver a casa una vez que todo haya terminado. Las cosas continuaron así hasta que finalmente llego la noche y todos fueron a dormir, excepto las chicas, claro.

– Oigan... oigan ¿Están despiertas? –Preguntó Clarice, susurrando mientras tocaba la puerta de cada una de las chicas.

– Sí. –Dijo Elsa saliendo de su habitación igual que las demás.

– Despiertas y listas. –Dijo Mérida.

– Estupendo, tenemos que salir del castillo y colocarnos debajo de la ventana que da a la habitación de la reina. –Dijo Clarice.

– ¿Por qué? –Preguntó Maléfica.

– Porque así una de ustedes entrará y tomará el collar mientras las demás vigilaremos y avisaremos cuando se acerquen los guardias. –Dijo Clarice.

– ¿Una de nosotras? –Preguntó Elsa.

– ¿Quién será? –Preguntó Alison.

– Pues tú, claro. –Dijo Clarice señalando a Alison.

– ¡¿Yo?! –Dijo Alison sorprendida.

– ¡No grites! –Dijo Clarice susurrando.

– ¿Por qué ella? –Preguntó Elsa.

– Porque es la más joven y por ende, tiene mejor vista en la oscuridad, mejor oído y más velocidad, es lo que necesitamos. –Dijo Clarice.

– Pero ella.... –Dijo Elsa.

– Sé que te preocupa porque es tu hija, pero deberías tenerle más fe, ya no es una pequeña niña. –Dijo Clarice.

– Bien. –Dijo Elsa.

– Contamos contigo Alison. –Dijo Clarice y Alison asintió.

– De acuerdo entonces andando. –Dijo Mérida.

– Veo que quieres terminar pronto. –Dijo Clarice.

– Mientras más rápido terminemos con esto, más rápido volverás a casa. –Dijo Mérida.

– Claro, ya oyeron, andando. –Dijo Clarice y todas la siguieron fuera del castillo hasta la ventana de la habitación de la reina, pero para la sorpresa de las chicas, dicha ventana estaba casi a 20 metros de altura.

– ¿Quieres decirme cómo demonios va a subir Alison hasta allá? –Preguntó Maléfica.

– Con tu magia, es obvio. –Dijo Clarice.

– Ahora entiendo por qué querías oídos agudos. –Dijo Mérida.

– Dejen de quejarse y suban a esa niña. –Dijo Clarice.

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