Unión y Charlas

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—En verdad lo siento... —murmuré.

Simba me miró detenidamente. Pasó una mano por su cabello y suspiró.

—Bueno, le dijiste a mi madre sobre el compromiso ¿algo más? —preguntó. Estaba un poco enojado.

Negué con la cabeza.

Ambos estábamos caminando por el jardín. Era una noche hermosa, sin dudas.

—Fue un accidente. Pensé que lo sabía —me disculpé nuevamente.

—¿Y cómo surgió el tema? —me preguntó, está vez más tranquilo.

—Todo empezó con una broma que se malinterpretó y pues... por lengua suelta terminé contándole todo.

Él se sentó en un banco cercano, por lo que decidí sentarme a su lado.

—Admito que, era algo que quería que le dijéramos ambos más adelante. Pero... ya se lo dijiste.

Aparté la mirada por unos segundos.

—¿Se lo tomó bien? —preguntó.

Volví la mirada hacia él.

—¿Bien? Se lo tomó de maravilla —exclamé.

Sonrió levemente.

—No me sorprende, te tiene un gran cariño —opinó.

—También le tengo un gran cariño —sonreí.

Un par de años después de que Scar accediera al trono, mi madre murió. No tenía padre o alguien que me cuidara, estaba sola.
Sarabi y mi madre eran amigas de toda la vida.
Cuando mi madre enfermó Sarabi nos apoyo muchísimo, incluso cuando mi madre falleció ella me ayudó, se encargó de mí hasta que pude cuidar de mi misma.
Era una mujer a la cual llegué a admirar bastante, perdió a su hijo y a su esposo en un mismo día, y sin embargo trataba de mantener una sonrisa.

Cuadré los hombros y me aclaré la garganta.

—¿Te puedo preguntar algo?

—Mejor no —bromeó.

Le di un golpecito con el codo.

—Ya, en serio. Bueno, ¿antes de mí... había alguien más?

Él abrió los ojos de par en par.

—¿Alguien más? —trató de sonar relajado, pero sus nervios lo traicionaron.

—Sí. ¿Había otra chica?

Se aclaró la garganta.

—Unas cuantas, pero no llegue a tener algo con alguna —comenzó a explicar—. Cuando vivía con Timón y Pumba no me interesaba estar con nadie...

—Hasta que llegue yo —interrumpí—. ¿Qué te puedo decir? Soy irresistible —bromeé.

—Vaya, la humildad por delante ¿no?

Me reí entre dientes.

—Continúa —insistí con una sonrisa.

—Pues no me interesaba mucho tener una novia —prosiguió—. Además... las chicas de ahí eran de tribu distinta, eso era un problema.

—Y cuándo volviste al reino... ¿no te interesó nadie más?

—Sí —admitió—. Una mujer valiente, fuerte, bondadosa y hermosa.

Sin darme cuenta apreté los puños.

—¿En serio? ¿Quién? —dije entre dientes. 

—Está justo frente a mí.

Un Romance En La SabanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora