Me Matará

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El ligero calor de la mañana me hizo abrir los ojos lentamente.

Los rayos de la luz del sol eran ligeros, y lograban entrar a través de mi balcón.

Me incorporé con lentitud, y al hacerlo, el recuerdo de la noche anterior pasó de inmediato por mi mente.

¿Qué fue lo qué hice? ¡¿Por qué lo hice?!

Miré hacia ambos lados, buscando señales de Simba, pero él no estaba ahí....

Me encongí de hombros.

¿Se había arrepentido de lo que había pasado?

Sacudí ligeramente mi cabeza; no quería llenarme de pensamientos negativos.

Me levanté, y al hacerlo, sentí una pequeña molestia en mi parte baja; sin embargo, no era tan malo.

Examiné todo el cuarto con la mirada, esperando encontrar alguna nota, o algo en donde me dijera a donde había ido.

Nada.

No había nada en lo absoluto.

Pensé que tal vez se había ido a patrullar el reino, o algo así; era el rey después de todo.

Suspiré y me metí en la tina.

Mientras masajeaba mi cabello con la punta de mis dedos, las sensaciones y emociones que había sentido aquella noche, pasaron por mi cabeza.

No. No me arrepentía en lo absoluto de lo que había sucedido.

Ahora, la noche en la que nos habíamos besado, tocado, acariciado, y demostrado nuestro amor de manera física y pasional, viviría para siempre en mi memoria; viviría para siempre en la memoria de ambos.

El resto de la mañana, fue tranquila; las pruebas continuaron, y subí un puesto más en la tabla de posiciones. Podía, podía lograrlo, solo tenía que esforzarme un poco más.

Al terminar de almorzar, subí a mi habitación, y decidí pasar ahí el resto del día.

P.O.V Narradora

La lluvia caía como un pequeño rocío del cielo. Sus gotas eran pequeñas y ligeras, tanto, que no había necesidad de que los habitantes se encerraran en sus casas para ocultarse del agua.

Los habitantes de Pridelans continuaban con sus labores sin problema alguno. Los hombres y algunas mujeres, seguían vendiendo sus productos tranquilamente en el mercado, mientras otros, disfrutaban el trabajo de campo. Algunas mujeres lavaban sus ropas, mientras que los niños estaban impacientes e hiperactivos.

Sin dudas, Las Praderas eran un lugar muy tranquilo, lindo y pintoresco; a cualquiera le gustaría vivir en un lugar así.
Sin embargo, mientras unos convivan y cumplían con sus rutinas y deberes, otros iban camino hacia el peligro, pues estaban en malas juntas.

Una mujer encapuchada, caminaba a través de la multitud del mercado. Unos la miraban con curiosidad, otros con disimulo, mientras que el resto, no le daba importancia.

La figura femenina, continuó caminando con su barbilla en alto y paso decidido, con la intención de llegar al lugar donde le habían dicho que le verían.
Caminaba con fastidio y molestia; si por ella fuera, ya el plan estaría aplicado, y todos sus enemigos estarían muertos.

Se aseguró de que nadie la siguiera, y llegó a un lugar  donde antes fabricaban muebles y cosas de madera. El lugar estaba oscuro y en ruinas; ya nadie trabajaba ahí. Era perfecto para reunirse con su ¿líder? ¿aliada? Ni siquiera ella sabía que eran.

Un Romance En La SabanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora