Discusión

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—Te ves divina, querida —me alagó Sarabi, mientras salía del baño de su habitación.

—Gracias, Sarabi —respondí con una pequeña sonrisa—. ¿Crees que es algo atrevido? —pregunté mientras daba una vuelta completa lentamente para que admirara mejor el vestido.

—¿Atrevido? No... Oh bueno... supongo que todo es cuestión de actitud.

La mañana había transcurrido de forma rápida y tranquila.
El entrenamiento fue como el de todos los días: Doloroso y cansado, algo a lo que me había acostumbrado.
Como había mencionado Deka, ese día un grupo de nosotras iría a custodiar la entrada del reino con los guardias, sin embargo algunas (incluyéndome) no nos convocaron a tal tarea.

Después de almorzar, Sarabi me dijo que fuera con ella, ya que tenía algunos vestidos que le pertenecieron que quería que me probara.
No me consideraba una chica superficial, eso de usar vestidos y maquillaje era algo que hacía raramente, sin embargo acepté, ya que no quería ofenderla.

—Mira este —dijo mientras se ponía de pié y tomaba otro vestido de aquella caja polvorienta—. Ten, este resalta tus ojos —comentó, entregandome un vestido a la altura de la rodilla de color azul con escote de corazon, falda de seda y ajustando de la cintura.

—Está bien... —respondí aceptando el vestido.

Entré al baño y me probé el vestido. Era fresco, cálido, sencillo y sobre todo cómodo.

—¿Qué tal? —pregunte mientras salía del baño.

Sarabi se llevó una mano a la boca.

—Te ves muy hermosa, mi niña.

—Gracias... —murmuré.

—Puedes llevarlo al evento de hoy —me sugirió.

Abrí los ojos de par en par.

—Sarabi, en verdad aprecio el gesto, pero no puedo...

—Claro que puedes —me interrumpió—. No tengo problema alguno —rió por lo bajo.

Medité un momento. Era un gesto muy amable de su parte, pero no quería abusar. Por otro lado, en mi guarda ropa solo tenía pantalones, lo cual no era muy apropiado para la ocasión.

Esa tarde acompañaría a Simba a una reunión —aunque no sabía muy bien de que era—, por lo que estaba algo nerviosa, sería la primera ocasión en la que lo acompañaría como su pareja.

—Está bien —accedí finalmente—. Y gracias, no tenía nada que ponerme —reí.

Ella soltó una risita.

—Me recuerdas tanto a Sarafina... —murmuró—. Eres idéntica a ella.

Me encogí de hombros y sonreí con tristeza.

—Eso me han dicho...

—Si ella estuviera aquí, te diría que eres la Lady más hermosa —rió ligeramente.

Guardé silencio y asentí con una sonrisa.

—Ahora ven —dijo mientras me tomaba de los hombros y me obligaba a sentarme en una silla frente a su tocador—. Falta el peinado —me recordó mientras tomaba un cepillo.

—No tienes que hacerlo, Sarabi. Yo lo haré —me apresuré en decir.

—Tienes razón, no tengo, pero quiero.

No protesté. Sin pensarlo, comenzó a cepillar mi cabello.
Definitivamente era una mujer a la cual llegué a admirar bastante. Siempre me preguntaba si algún día llegaría a tener su gracia y elegancia, las cuales efectivamente eran imposibles pasar por alto.

Un Romance En La SabanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora