Algo No Está Bien

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P.O.V Simba

Una luz cálida iluminaba el despacho. Trayendo en cierta forma un toque de alegría a la habitación.

Estaba sorprendido de como había mejorado la situación con el paso de los meses. La hierva y los árboles habían comenzado a reverdecer, las manadas empezaban a volver, las tribus y sus líderes se instalaron de nuevo en estás tierras. Con el paso del tiempo todo volvería a ser como antes.

Había hecho un buen trabajo hasta ahora, y haría todo lo posible para seguir haciéndolo durante todo mi reinado.

Hice una lista mental, para así recordar todo el trabajo que tenía que hacer ese día. Ya había patrullado el reino, era una cosa menos por hacer.

Era una agenda un poco apretada, pero me había acostumbrado a tener días así.

—Buenos días, señor —saludó Zazú, entrando a la oficina, para luego hacer una reverencia un tanto pomposa.

Estaba ahí, puntual, como siempre.

—Buenos días, Zazú —le respondí, mientras ordenaba unos papeles que estaban sobre el escritorio.

—Le traigo el informe matutino, ¿puedo empezar?

—Adelante.

Se arregló el traje y se aclaró la garganta.

—Todo está tranquilo en el pueblo, las mujeres tratan de enseñarles a sus hijos a leer, les dije que los enviarán a la escuela y me dijeron que aún eran muy pequeños para asistir. Luego pasé por la tribu de hipopótamos, estaban...

No pudo terminar la oración, fue interrumpido por escándalo proveniente de afuera.

—Ya se los dije ¡No pueden saltarse los protocolos así! —exclamó un guardia, que estaba parado afuera del despacho.

Timón y Pumba entraron a la oficina con su barbilla en alto.

—Buenos días, chico —saludó Timón.

El guardia del pasillo entró corriendo a la habitación.

—Una disculpa, majestad. Estaba...

Alcé una mano.

—Tranquilo, no hay problema —respondí con una sonrisa.

—Sí, no lo hay —intervino Timón dirigiéndose al guardia—. Nosotros lo criamos. Toma —dijo mientras le entregaba un papel—. Comprate algo bonito.

—Esto es un cupón expirado —contestó el guardia, sosteniendo el papel.

—¿Y qué? Peor es nada.

El guardia torció los ojos, hizo una reverencia y salió de la habitación.

Se me hizo extraño verlos tan temprano en el palacio. No era muy común en ellos levantarse temprano.

—¿Y bien? ¿Qué tal todo? —preguntó Timón cruzándoce de brazos.

—Una disculpa, Simba —murmuró Pumba—. Debimos avisarte que íbamos a venir.

—No se preocupen, chicos. No es necesario avisar, ya les dije que siempre serán bienvenidos aquí.
Timón comenzó a caminar por todo el despacho, como si estuviera explorando el lugar. Pumba, por su parte, tomó asiento en una silla, se sentía incómodo supongo.

Zazú se aclaró la garganta.

—¿Puedo continuar, majestad? —preguntó, tratando de no demostrar su disgusto.

—Claro, prosigue —contesté.

—Bien. Cómo decía, la tribu de los hipopótamos estaba...

Un Romance En La SabanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora