Actuar

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P.O.V Simba

El trabajo de los siguientes días fue más pesado que el de otras ocasiones. Aunque lo intentaba, no lograba concentrarme del todo.

La biblioteca estaba vacía, lo cual no me resulto muy extraño. Decidí buscar un par de libros, para así leerlos en mi tiempo libre, si es que llegaba a tener ese tiempo.

—¿Se encuentra bien, alteza? —preguntó Zazú, haciendo que me volviera hacia él. Por momento, había olvidado que estaba conmigo.

—Sí, claro. ¿Por qué?

—Pues... no parece estar bien del todo —sonrió ligeramente—. ¿Algo le molesta, señor?

—No, Zazú. Estoy bien.

—Oh... Está bien. Si necesita algo, solo dígalo.

Sonreí y asentí.

Aunque ese hombre podía ser un poco entrometido, era un buen amigo, alguien con quien se podía contar.

Continuamos caminando por los pasillos de estantes de la biblioteca, sin saber exactamente que estaba buscando.

Hice una lista mental de todas las cosas que tenía que hacer, era algo que hacia para organizarme, y a mi parecer daba resultado.

Los últimos días habían sido un tanto... difíciles. Había mucho por hacer, mucho que prevenir, mucho que resolver y... Esa discusión, esa absurda e innecesaria discusión.
Esa chica en serio me sorprendía. Sabía que Nala no era una tonta, pero... ¿era necesario hacer tanto escándalo?

Ahg, mujeres. ¿Quién las entiende?

Entiendo, le estaba ocultando algo, así que su reacción y preocupación era entendible. Ella no lo entendía, tampoco lo entendería... No podía decírselo, no podía decirle lo que sucedía o lo que me preocupaba. Si lo hacía, ella se vería involucrada, y no quería eso, no me arriesgaría a ponerla en peligro, nunca le haría eso.

Tomé un par de libros de diferentes temas, y volví con Zazú al despacho.
Solíamos conversar en algunas ocasiones durante el trabajo, pero está vez solo había silencio, pues ninguno había iniciado un tema de conversión.

Estaba trabajando en mi escritorio, como de costumbre. 

Zazú permanecía en un pequeño escritorio, en cual solía trabajar cuando debía ayudarme a documentar o escribir algo.

—Zazú —lo llamé—. ¿Podrías hablar con Basi, por favor? Tengo que hablar con él.

Zazú alzó su vista de los papeles que estaba leyendo y me miró.

—Claro, no hay problema. Iré enseguida —dijo poniéndose de pié.

—Gracias —sonreí ligeramente.

—¿Alteza? —murmuró acercándose a mi escritorio.

—¿Si, Zazú?

—Debería hablar con ella.

Fruncí el ceño.

—¿Con quién?

El meneó la cabeza.

—Nala lo estaba buscando está mañana.

Me quedé perplejo. Hace tres días o desde que discutimos mejor dicho, que Nala y yo no manteniamos una conversación entre nosotros. Solo había palabras y oraciones breves, como "Buenos días" o un simple y vació "Hola"

—Joven rey, lo he notado algo distante y distraído estos días... Si hubo un malentendido o un problema entre ustedes, ¿por qué no tratan de resolverlo? —sugirió.

Un Romance En La SabanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora